Todo por amor a la belleza, a la belleza de verdad, verdad. Lo demás es un complemento para tonificar el día a día, los sentimientos, el culto al cuerpo y, naturalmente, demostrarle a las otras que ese «cuerpo roca» solo se logra levantando pesas pesadas, cada mañana, cada tarde, cada noche.
Es una fiebre que no está en la sábana, está en el cuerpazo que ha moldeado la actriz Haidy Cruz, mujer de guerra que combate a las enemigas a punta de pechadas y sentadillas que sacan el aire a cualquiera. Mientras se van sumando las competencias y los lauros, más colegas se le suman a la voluntad de hierro de la Cruz que anda cultivando los músculos y las medidas envidiables.
Georgina Duluc (que no sabemos en qué anda en estos días previos a la ceremonia del Premio Soberano), la pequeña y divertida Karina Larraury, María Alejandra y La Condesa amagan con someterse a un intenso entrenamiento digno de comparación con las jornadas a que se sometió Rocky Balboa para vencer al ruso de la película del mismo nombre.
Ya la Condesa anda pisándole los pasos a Haidy Cruz. Las imágenes empiezan a develar un interés marcado para marcar el cuerpo femenino que, indefectiblemente, tras largas jornadas de pesas y ejercicios, se pierde en la frontera de la masculinidad.
¿Que como se siente el físico fisiculturista de una mujer al calor de la intimidad? Le debemos la respuesta, hasta tanto podamos vivir en carne propia esta experiencia (cuasi) religiosa. Mientras tanto, Haidy Cruz suma voluntades y fanáticas que aspiran a ser como ella, hasta donde se pueda. La fiebre apenas empieza a calentar.
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