27/09/2025
Notas Breves

Hacia atrás en USA

¿Quién diría que, en la primera democracia del mundo, o por lo menos en una de ellas, un presidente y sus vasallos demandarían e intentaría coartar a todo aquel medio, periodista o comentarista que no estuviera alineado a sus creencias o dictamines en pleno siglo XXI? Eso se vive en los Estados Unidos desde hace 9 meses que el impredecible Donald Trump asumió nuevamente el poder. 

Lo más reciente fue la cancelación del programa del famoso humorista y comentarista del late show Jimmy Kimmel, por un comentario sobre el presunto asesino del activista MAGA Charlie Kirk, ultimado recientemente en plano campus universitario. El asunto aquí es que no fue el gobierno directamente que intervino en esa cancelación, que provocó mucha indignación entre actores y activistas de Hollywood.

Pero se huele cierta incidencia y la cadena ABC sucumbió a la presión de regulador audiovisual federal. De hecho, cuando Trump «se enteró» de la cancelación del programa se alegró y dijo textualmente que «Kimmel es un tipo sin talento y el programa tiene poco rating». Un asunto totalmente falso, como otras tantas mentiras y falacias escupidas por Trump. 

La cancelación del programa levantó la ira y la indignación de medios, personalidades y activistas que comentaron a través de las redes sociales su rechazo a tal medida. Pasados unos días, Jimmy Kimmel regresó a su programa y dijo «una cosa que aprendí es que, si el gobierno amenaza con silenciar a un comediante que al presidente no le gusta, esto es antiamericano», sentenció Kimmel, y añadió «si no tenemos libertad de expresión, no tenemos país», remató. 

Con relación al hecho del asesinato del activista de MAGA Kirk dijo, «nunca fue mi intención restarle importancia al asesinato de un hombre joven», confesó. «Nunca quise culpar a ningún grupo en específico por las acciones de un tipo profundamente perturbado, era precisamente lo opuesto a lo que intentaba». 

En ese sentido, en un artículo titulado «La cultura de las consecuencias», de Joan Ridao, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Barcelona, publicado en La Vanguardia, cita lo siguiente: «Con ese eufemismo los aliados de Trump han definido que quien la hace, la paga y que la libertad de expresión no permite tener «malas ideas» como criticar al presidente estadounidense.

Estados Unidos adalid de la libertad de expresión, gracias a la primera enmienda de la Constitución, transita ahora hacia un régimen autoritario en el que se permite la censura de los medios de comunicación que ironizan sobre el cabecilla republicano».

Pero el empecinamiento del fanfarrón de Trump, no se queda en Kimmel, sino que hace pocas semanas inició una demanda en el estado de la Florida contra el prestigioso y progresista diario The New York Times (abiertamente demócrata) por 15,000 mil millones de dólares.

Una locura de dinero aún pudiendo la empresa del diario pagarla. Por fortuna, un juez federal de Tampa rechazó la demanda contra el periódico y lo consideró como una «queja impropia e inadmisible». En ciertas ruedas de prensa Trump también ha amenazado a ciertos periodistas por hacer preguntas que a él no le gustan. 

En Estados Unidos, como sucede lamentablemente en otras naciones, se viven tiempos complicados con relación a la libertad de expresión, no libertinaje, que puede tener cualquier profesional de medios en ejercer su trabajo. 

Todo esto en apenas nueves meses de gobierno. Falta mucho por ver…

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