El retorno y eco de que el gobierno de Luis Abinader pretende o quiere tocar, destruir o reformar una parte del Jardín Botánico para supuestamente aligerar el tránsito por esa zona, viene sonando fuerte desde hace unas semanas. Un ruido para un gobierno mediocre que ha contribuido con sus propias manos al deterioro de acciones, instituciones y prácticas políticas que estaban funcionando bien hasta que llegaron ellos. Con esa hambre de destrozarlo todo para decir que «hicieron». Porque sabemos que el cliché político en países subdesarrollados como el nuestro, es que el «progreso» se mide en obras de varilla y cemento, no en resolver los problemas básicos más urgentes que arrastramos desde Trujillo.
Ahora le toca el turno al pulmón verde de la ciudad capital. Un parque natural precioso, organizado, construido y armado desde el año 1976. El parque no tiene la culpa de la congestión de las vías por esa zona, los constantes conflictos del caótico tránsito de la ciudad y muchos menos, tiene la culpa de los antojos de políticos efímeros que parece que se aburren y no se asesoran de la mejor manera posible.
El ministerio de Obras Públicas no debe tocar ni un perímetro del Jardín Botánico. No es necesario dañar, perjudicar la zona, el entorno natural para supuestamente “resolver” el caos infernal de un tránsito que lleva largas décadas desorganizado, donde nadie respeta las leyes ni tiene educación vial.
En ese sentido, el pasado fin de semana por iniciativa del cineasta José María Cabral, fue realizada una marcha protesta contra las pretensiones del gobierno del PRM. Buena convocatorio de vecinos, ciudadanos y profesionales del medio ambiente, que con sapiencia y conocimiento de causa advirtieron al gobierno que esas pretendidas obras no deberían hacerse porque perjudicaría gravemente al Jardín Botánico.
Luego, el presidente Abinader en su acostumbrada rueda de prensa de los lunes «La Semanal», dijo que la ciudadanía se estaba adelantando a los acontecimientos porque no conoce el informe ni lo que en teoría se pretende hacer allí. Cuando escuché eso pensé, «no sería más apropiado que el gobierno primero haya informado de que se trata su plan con el Botánico, en vez de lanzar y permitir que el mal rumor arropará a la población».
Pero llevamos 5 años con este gobierno que desde el primer día adolece de una efectiva línea de comunicación con la ciudadanía. Un día dice un asunto, y a las dos horas rectifican. Informar antes, orientar y hablar claro a la población sobre cualquier plan de reformas o acondicionamiento de un área es vital para un mejor entendimiento ciudadano. Así se evitan protestas, manifestaciones y opiniones tergiversadas sobre el cualquier asunto. No es la primera vez que sucede.
Insisto, el Jardín Botánico no debe ser tocado ni con el pétalo de una rosa por el bien de todos. El gobierno lo que debe es buscar buenos asesores de arquitectura e ingeniería urbana, profesionales urbanísticos y de medio ambiente para realizar posibles acciones en lugares y zonas delicadas que deben ser protegidas.
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