27/07/2025
Crónica Política

Gazcue cayó… ¿y el Jardín Botánico?

Cuando Caoba Azul entonó «No desbaraten Gazcue… Gazcue es arte», no solo defendía un barrio tradicional. Defendía una ciudad más humana. Pero Gazcue fue vencido por el concreto, la permisividad y una visión de desarrollo que no conoce límites. Hoy, la historia se repite con otro símbolo: el Jardín Botánico Nacional. El gobierno del PRM ha anunciado la construcción de un túnel vehicular como solución al congestionamiento del tránsito en la zona. Una obra que afectaría más de 20 mil metros cuadrados del entorno del jardín, según informes preliminares.

La reacción ciudadana no se hizo esperar: protestas, cadenas humanas, indignación en redes y un rechazo transversal en los medios. El mensaje fue claro: los espacios verdes no se negocian. Aunque el gobierno, encabezado por el presidente Luis Abinader, ha intentado justificar el proyecto como parte de un plan vial estratégico, la confianza pública quedó fracturada. ¿Por qué intervenir justo al lado de una de las reservas ecológicas más importantes de la capital? ¿Se evaluaron otras alternativas menos invasivas?

Este no es un caso aislado. Forma parte de una tendencia preocupante: sacrificar el medioambiente en nombre del progreso. Pero ¿de qué sirve una ciudad con más túneles y menos árboles? ¿Con fluidez vehicular pero sin aire puro? La oposición, por su parte, ha capitalizado el tema, aunque sin presentar propuestas urbanísticas concretas. Su protagonismo ha sido más reactivo que propositivo.

Al final, ¿quién gana? Nadie. Perdió la ciudad. Perdió la ecología. Perdió el equilibrio urbano. Y aunque el túnel pueda aliviar el tránsito por un tiempo, el costo ecológico será irreversible. El dominicano no protesta por moda. Protesta por memoria. Porque ya perdió a Gazcue, a parte del Malecón, y a muchos espacios que antes eran orgullo urbano.

Hoy le toca al Jardín Botánico. Como dice aquella salsa nostálgica: «Me voy y no vuelvo nunca… es el final de una mascarada». Que no digan que no fueron advertidos. El país habló. Y ahora, la historia juzgará quién escuchó… y quién no.

En medio de la controversia, el diputado Tobías Crespo (Fuerza del Pueblo) ha planteado una solución técnica alternativa: desviar el tránsito pesado por rutas periféricas y construir pasos a desnivel en puntos estratégicos que no comprometan el ecosistema del Jardín. Según Crespo, existen fórmulas de ingeniería vial modernas que pueden aliviar el congestionamiento sin destruir el entorno natural.

Ignorar propuestas como la de Crespo sería una torpeza. Si el objetivo es mejorar la movilidad sin sacrificar el verde urbano, el Estado debe demostrar capacidad de escuchar, dialogar y corregir. Porque en una democracia real, el progreso no se impone: se construye en consenso.

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