10/05/2025
Gobierno

Tensión geopolítica:  nueva embajadora de EE.UU. y el giro estratégico de la República Dominicana

«El tema migratorio une y divide; pero lo económico es más poderoso». Esta frase resume la encrucijada actual de la República Dominicana, un país que se ha convertido en terreno estratégico de disputa entre potencias globales. Con la reciente designación de Leah Campos como nueva embajadora de Estados Unidos, el tablero diplomático dominicano experimenta nuevas presiones. Aunque Campos aún no ha presentado sus cartas credenciales al gobierno dominicano, sus declaraciones durante la audiencia en el Senado norteamericano, el pasado 1 de mayo, ya adelantan —como escribiría Tite Curet Alonso— un barrunto de sentimientos que anuncia vientos de confrontación geopolítica.

En sus palabras ante los senadores, Campos dejó claro que su prioridad será frenar la influencia china en la isla. La advertencia no pasó desapercibida, y, casi de inmediato, importantes agencias del Estado dominicano activaron operativos que parecieran alinearse con esta visión. La Dirección General de Aduanas inició inspecciones en negocios de capital chino en Santo Domingo, para verificar si sus inventarios coinciden con las declaraciones de importación. Aunque se presentan como procedimientos técnicos, el contexto les confiere un matiz político evidente.

Simultáneamente, operativos liderados por el funcionario Lee Ballester se han concentrado en detectar trabajadores indocumentados haitianos en comercios dirigidos por empresarios chinos. Sin embargo, dichos operativos no incluyen a trabajadores asiáticos, muchos de los cuales, según fuentes extraoficiales, cuentan con documentación que no siempre supera el escrutinio legal. La selectividad en la aplicación de la ley migratoria deja entrever prioridades determinadas más por afinidades diplomáticas que por el cumplimiento imparcial del ordenamiento jurídico.

A pesar de esta aparente alineación con Washington, la República Dominicana ha intensificado recientemente sus vínculos con otras potencias. La visita del canciller ruso y la apertura formal de una embajada de la Federación Rusa en Santo Domingo ratificaron los 80 años de relaciones entre ambos países. Además, el país mantiene relaciones diplomáticas activas con todos los miembros del bloque BRICS: China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica. Esta postura apunta a una diplomacia multipolar, que busca equilibrar beneficios económicos sin casarse políticamente con ningún bloque dominante.

En materia migratoria, el presidente Luis Abinader ha presentado un paquete de 15 medidas. Entre ellas destaca la mecanización progresiva de sectores clave que dependen de mano de obra haitiana sin regularizar. Esta solución estructural busca reducir, de manera sostenible, la presión sobre el sistema migratorio. No obstante, medidas a corto plazo como la legalización temporal mediante carnés laborales también han sido propuestas como soluciones prácticas, económicas y respetuosas de los derechos humanos.

El debate migratorio continúa polarizando sectores, pero como muestra la política exterior reciente, son los intereses económicos los que realmente dictan el ritmo de las decisiones. La influencia china no se limita a lo diplomático: está anclada en la infraestructura, el comercio y la inversión directa. Desmontar esa presencia requerirá mucho más que declaraciones diplomáticas; exige estrategias concretas y voluntad sostenida.

En definitiva, la República Dominicana se encuentra en una delicada posición. Mientras una embajadora norteamericana aún no acreditada comienza a marcar la agenda desde Washington, el país teje alianzas con potencias emergentes y lidia con desafíos internos de enorme complejidad. Sostener este equilibrio entre tensiones migratorias, presiones extranjeras y autonomía económica será una prueba definitiva para el liderazgo dominicano. La pregunta no es solo con quién se alineará el país, sino si podrá hacerlo sin perder su voz propia.

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