¿Cómo pretendemos encarrilar nuestras aspiraciones de desarrollo como país si tenemos fallos estructurales y más bancas de apuestas que centros culturales? Por demás, una sociedad sube el peldaño del progreso cuando sus habitantes tienen garantizados los servicios básicos: luz, agua, transporte, salud y enseñanza pública de calidad y por supuesto, cultura. En pleno siglo XXI no tenemos garantizado nada de lo citado, a pesar de tantos millones de pesos festinados por los distintos gobiernos que han dirigido el país. Sí, hay ciertos avances, innegable.
El sector cultural público no escapa a la parsimonia, dejadez y burocracia que envuelve y aniquila las instituciones del Estado. Tanto así, que en contadas ocasiones es citado en esos famosos «discursos de rendición de cuentas». Y es que para muchos el Ministerio de Cultura es un «elefante blanco» que solo sirve para nombrar compañeros de partido, o conocidos del gobierno, asesores inservibles o simplemente personas que están allí calentando sillas. No, no se equivocan quienes piensan así. Lo peor son aquellos que nombrados allí no se preocupan por su propio gremio.
El área cultural del país adolece de mejoras, de garantías de trabajo y sueldos dignos para quienes sí justifican con creces su quehacer diario. Tampoco tienen garantía aquellos que entregaron largas décadas en su oficio a una pensión digna. Un derecho inalienable. Situaciones complicadas en este sector cultural llamado «economía naranja» desde el bando privado que no siempre es tan dulce si enfocamos ese título hacia lo público.

Actualmente, Roberto Ángel Salcedo es el nuevo titular de Cultura. Hoy, como ministro, está conociendo que la amplitud del sector cultural no se limita a solo Feria del Libro y carnaval sino también artesanía, teatro, música de calidad, danza, pintura, escultura y más que todo, es llevar esa cultura a todos los puntos de la isla (algo que no ocurre) y para eso debe contar con el respaldo económico y de complicidad con el gobierno que lo nombró allí.
En ese sentido, me encantaría preguntar al ministro ¿cuáles son sus lineamientos y agenda a seguir en materia de políticas culturales?, ¿se elaborará de manera correcta el desastre de la Ley de Mecenazgo? ¿Tiene en plan el Ministerio de Cultura apropiarse o arreglar espacios culturales abandonados a su suerte, cayéndose a pedazos para poder ser restaurados y usados? Por citar un solo ejemplo, dentro del mismo ministerio está el auditorio Enriquillo Sánchez, lleno de trastos, abandonado, que puede funcionar para representaciones culturales. También en Bellas Artes hay áreas en las que su infraestructura deja mucho que desear, igualmente donde se encuentras sus escuelas.
Es importante reiterar al ministro de Cultura que se necesitan más salas públicas para proyectos culturales. Solo existen dos salas pequeñas en el circuito público que son demandas a mansalva por todos los productores independientes durante todo el año, y no siempre un productor puede involucrarse en una sala grande por el alto costo de alquiler. Se necesita habilitar, construir otros espacios. Por cierto, en esas pequeñas salas se presentan obras de teatro que merecen ser llevadas por todo el país auspiciado por el Estado, como sucede en otras latitudes. Los recursos están ahí, es solo voluntad. También, debe saber el ministro que el Gran Teatro del Cibao necesita ser equipado en sus distintas salas de sus propias luces y sonidos. Resulta una tarea imposible para muchos productores llevar montajes allí porque falta lo esencial.
Para nadie es un secreto que el sector cultural gana adeptos cada día y dinamiza la economía más aún cuando recibe el vital espaldarazo del sector privado que sin ellos no habría nada, y ellos mismos a través de los años han contribuido a la creación de salas de exposiciones, galerías de arte y centros culturales.
Y no puedo dejar de mencionar que hace unos meses este gobierno amenazó con eliminar la Ley de Cine dentro de una fallida reforma fiscal. Una ley necesaria que agrupa a muchos trabajadores pero que urge ser revisada. ¡Hay fallos!
Así las cosas, me quedan otros tantos temas y preocupaciones del sector, pero recuerde ministro como dijo el gran Pedro Henríquez Ureña «solo la cultura salva a los pueblos».
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