01/02/2025
Espectaculos

La música como vehículo de protesta y denuncia social, ¿continuará con el pasar del tiempo?

La música ha sido, desde tiempos inmemoriales, una herramienta poderosa para expresar el sentir de los pueblos, denunciar las injusticias y promover el cambio social. En contextos donde la libertad de expresión ha sido coartada, la música ha servido como un refugio de resistencia, un medio para dar voz a los sin voz. En la República Dominicana, esta tradición de protesta musical ha encontrado representantes destacados que, con letras cargadas de contenido social, han influido en generaciones enteras.

La herencia musical de la protesta en la República Dominicana
El merengue, género que ha definido la identidad musical dominicana, ha sido utilizado como una plataforma para denunciar desigualdades y reflejar las luchas cotidianas del pueblo. Un ejemplo emblemático es el legado de Johnny Ventura, conocido como el «Caballo Mayor». Sus canciones, aunque impregnadas de ritmos alegres y bailables, no escaparon a la crítica social. Temas como «El tabaco es fuerte, pero hay que fumarlo» reflejaban la realidad de las clases populares y sus luchas diarias, usando el humor como un arma sutil de denuncia.

Wilfrido Vargas, otro icono del merengue, también marcó una diferencia al utilizar su música para abordar temáticas sociales. Con su carisma y su capacidad para conectar con el público, creó canciones que reflejan tanto el orgullo nacional como las dificultades que enfrenta el pueblo dominicano, algunas de ellas 13 años y El candidato. Su influencia ayudó a consolidar el merengue como un género no solo festivo, sino también reflexivo.

Otro caso destacado es el de Juan Luis Guerra, quien elevó el merengue y la bachata a un escenario internacional. Su álbum «Ojalá que Llueva Café» es una muestra maestra de cómo la música puede abordar temas como la pobreza, el hambre y la desigualdad. Canciones como «El Costo de la Vida» y «Visa para un Sueño» no solo retratan problemáticas locales, sino que también conectan con audiencias globales al abordar cuestiones universales de justicia social.

Protesta y denuncia en la música latina
La influencia de artistas fuera del país también ha dejado huella en la forma en que los músicos dominicanos y latinos abordan la protesta social. Calle 13, liderada por Residente, se ha convertido en una referencia obligada cuando se habla de música y activismo. Con letras directas y contundentes, canciones como «Latinoamérica» y «El Aguante» han denunciado la desigualdad, el colonialismo y los abusos de poder. Residente, en su carrera como solista, ha continuado esta línea con temas que abordan desde la salud mental hasta la lucha por los derechos humanos.

Por su parte, Ricardo Arjona, aunque con un enfoque diferente, ha utilizado su música para cuestionar sistemas políticos y sociales. Canciones como «Si el Norte Fuera el Sur» invitan a reflexionar sobre las contradicciones de la política internacional y los prejuicios culturales, conectando con una audiencia que busca algo más que entretenimiento.

La era de Bad Bunny, el género urbano y la protesta musical
En los últimos años, Bad Bunny ha emergido como una figura que trasciende el género urbano, utilizando su plataforma para abordar temas políticos y sociales. Su álbum «Un Verano Sin Ti» incluye referencias al cambio climático y la gentrificación en Puerto Rico, mientras que en canciones como «El Apagón» denuncia la crisis energética y las desigualdades que afectan a su país. Sin embargo, su reciente trabajo «Nadie Sabe Lo Que Va a Pasar Mañana» lleva esta línea un paso más allá. Temas como «Debí Tirar Más Foto» combinan introspección personal con crítica social, explorando el impacto del éxito, el materialismo y el paso del tiempo en una sociedad en constante cambio.

Bad Bunny no solo utiliza su música para cuestionar, sino también sus acciones fuera del escenario. Su participación activa en protestas y su forma de desafiar los estereotipos de género y masculinidad lo convierten en una figura relevante de la lucha contemporánea. En un mundo donde las redes sociales amplifican tanto el arte como el activismo, su impacto trasciende las fronteras de la música.

Cultura, música y realidad social: un vínculo indisoluble
Desde los cantos de los esclavos hasta las letras de los artistas urbanos, la música ha sido un espejo de las luchas y esperanzas de los pueblos. En la República Dominicana, este vínculo se manifiesta en cada género y cada generación, recordándonos que el arte no solo entretiene, sino que también cuestiona y transforma.

Sin embargo, cabe cuestionar qué tan comprometidos están los músicos actuales con la realidad social y con ser la voz de las desigualdades. En una era donde las plataformas digitales han democratizado el acceso al arte, también han generado un espacio donde las demandas del mercado pueden diluir el mensaje. Mucho se dice, por ejemplo, de que las letras del género urbano reflejan la realidad de sus músicos, pero éstas solo resaltan el libertinaje, el sexo, la cosificación de la mujer y la drogacción y, no es cierto que estén exentos de desigualdades sociales y problemáticas que podrían también ser el tema de sus composiciones. 

¿Está la nueva generación de artistas dispuesta a cargar con el legado de la música como vehículo de cambio? ¿Existe algún temor de vincular la imagen del artista con las realidades sociales que imperan hoy en día? ¿El morbo es más rentable que la crítica a las desigualdades? ¿O se trata de que hoy en día tenemos sociedades basadas en lo inmediato, lo banal y superficial, y que no reparan en lo que acontece a su alrededor?  Solo el tiempo y las acciones lo dirán. Por ahora, la música sigue siendo una herramienta indispensable para cuestionar, resistir y construir una sociedad más justa.

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