22/02/2025
Cine

«Apartamento 7A», el «Bebé de Rosemary» se adapta otra vez

A partir de septiembre de 2024 llegó al cine Apartamento 7A, un filme que tres meses no localizamos su desempeño en la taquilla, y el cual califico de aceptable para pasar el rato sin muchas complicaciones, y que, para atraer a la audiencia joven, en su promoción no citó su procedencia de una obra previa y mundialmente conocida, y más bien se optó por incluir la frase «de los productores de Un lugar en silencio (A quiet place, 2018, de John Krasinski). Por esa razón la descarté a priori pues no soy dado a invertir tiempo en jugarretas y sobresaltos predecibles, hasta que casual y accidentalmente descubrí que se basa en una obra del escritor Ira Levin (Manhattan, New York, 1929 – ibíd., 2007). Su nombre resonó en mi memoria y motivó mi interés en sentarme ante la obra.

Alerta de spoiler: en su arranque establece que es 1965; me dejo llevar por el jazz y el mambo que matizan el ambiente del elenco para una obra musical, en el cual aflora la tragedia que se interpone ante los planes de la ingenua joven Terry Gionoffrio, que a seguidas busca fármacos de manera clandestina en una calle, tiene fricciones con sus compañeras de alojamiento, continúa sus pruebas en otro casting con cínicos y despiadados manipuladores, su vómito y desmayo en la calle propician el encuentro con una pareja de ancianos de benévola apariencia que le ofrecen atenciones y albergue en un apartamento de lujo –edificio Bramford– donde sucedió un fatal incidente y en definitiva los ancianos están vinculados al productor del último casting (fin de alerta de spoiler). Con lo anterior y ya a los 20 minutos percibo y confirmo que se trata de otra versión de Rosemary’s baby (El bebé de Rosmery), también conocida como La semilla del diablo.  

La novela de Ira Levin, publicada en 1967, al año siguiente fue base del filme de suspenso y horror de Roman Polanski (para entonces con 34 años y nominado al Oscar por su guion adaptado), con rol protagónico de Mia Farrow, John Cassavetes y Ruth Gordon (premio Globo de Oro y Oscar como Mejor actriz de reparto), está valorada por sus cualidades en los aspectos del drama y horror psicológicos y sobrenatural, con su trama centrada en el misterioso embarazo de una joven casada con un actor en busca de un rol que sea su golpe de suerte, y vinculados –por asuntos de su nuevo apartamento en la ciudad de New York– a una pareja que son parte de un aquelarre (reunión de brujos) fieles a un culto satánico y en espera de un mesías (o Anticristo) a partir de la joven, quien ignora que ha sido elegida para ello.

Parte del rodaje de exteriores fue el edificio Dakota en Nueva York (número 1 de la calle 72 al oeste de Central Park) en el que ya se habían cometido hasta 12 suicidios antes de que iniciara la producción, lugar donde vivió John Lennon y ante el cual fue asesinado en enero de 1980. Eso fue dándole la doble cualidad de película de culto y «maldita», percepción que se tiene de muchas obras marcadas por una serie de desastres, muertes y extrañas coincidencias, que incluso se manifestaron durante la filmación (extraños olores) y después de esta (tras el estreno, el polaco Krzystof Komeda, compositor de la banda sonora murió por un edema cerebral repentino).

«Los sucesos paranormales en el Dakota, se han reportado a través de generaciones e incluso se han escrito novelas y cuentos de terror sobre el edificio, construido de 1880 a 1884 por el arquitecto Henry Hardenberg (también constructor del Hotel Plaza). El filme de Polanski convirtió aún más la estructura en un emblema de lugar misterioso y paranormal.

El mismo sería habitado por muchos famosos a través de los años, además de Lennon (su viuda Yoko Ono vive aún allí), Judy Garland, Boris Karloff, Leonard Bernstein, Lauren Bacall, Jennifer López, Marc Anthony, Bono, Sting, Paul Simon, entre otros… Uno de los más recientes residentes es el actor Alec Baldwin, quien pagó más de 8.5 millones por su apartamento».

Transcurrido el tiempo, el filme fue objeto de dos versiones para la televisión: la primera, una secuela en 1976, titulada Look what happened to Rosemary’s Baby, dirigida por Sam O’Steen, y protagonizada por Patty Duke, Stephen McHattie y Ruth Gordon (repitiendo su rol de Minnie Castevet). La segunda, en 2014, tomó el título original (NBC, 2 capítulos), dirigidos por la polaca Agnieszka Holland, con actuaciones de Zoé Saldana, Patrick J. Adams, Carole Bouquet y Jason Isaacs; pero ambientada en Paris, con el joven esposo siendo catedrático en La Sorbona, reforzada con elementos de otra novela del mismo autor, El hijo de Rosemary (1997); salpicada con segmentos de orgias, canibalismo, regalos intrigantes (amuleto, gato, sopas exóticas) y crímenes explícitos, y teniendo entre sus productores a las hermanas Zoé, Mariel y Cisely Saldaña. Pero finalmente con resultados de críticas poco favorables. 

La historia personal de Holland, «reconocida por sus muy politizadas contribuciones a la nueva ola del cine de su país», es muy rica. En su filmografía destacan Provincial Actors (1978, Premio de la Crítica en Festival de Cannes); Angry Harvesty (1985, nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa); Europa Europa(1990); El jardín secreto (1993) y Total Eclipse (1995), entre otras. Por coincidencia, en 2014 el filme de Polanski fue seleccionado para su preservación en el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos por la Biblioteca del Congreso por ser «cultural, histórica y estéticamente significativa».

El reciente remake, dirigido por Natalie Erika James y titulado Apartamento 7A (de 1 hora, 47m, Paramount Players), con una brillante Julia Garner (reputada por su rol en la serie Ozark (Netflix, 2017-2022); ganadora del Globo de Oro (Actriz de reparto en serie -Drama, 2022, por cierto, el único galardón de esta serie en nueve nominaciones) y Dianne Wiest (doble ganadora del Oscar como actriz de reparto por Hannah y sus hermanas(1987) y Bullets over Broadway (1994), ambas de Woody Allen) en esta ocasión, descarada y malévola, es también parte de lo mejor del filme que ha sido objeto de drásticos cambios, incluyendo el nombre de Rosemary Woodhouse por Terry Gionoffrio, sin ningún vinculo amoroso o de pareja,  como para que esta última quede en nuestra memoria con sus particulares eventos; y ciertamente Garner ha dado una muestra más de su talento con toda la vulnerabilidad que trasmite su personaje y logra que la audiencia sea empática con ella.

Como su base original, la nueva versión se ubica en la ciudad de New York con una serie de giros (de época, diversa música pop, visiones y elementos variados en sueños aterradores, además de un momento de abstracción musical al más puro estilo clásico de las elaboradas coreografías de la época dorada del cine del siglo pasado); elementos que podrían resultar interesantes para los amantes del género, aunque con final previsible, y cruzada con elementos de ballet y horror corporal de Suspiria (2018, de Luca Guadagnino).

La adquisición de los derechos de la novela de Ira Levin por parte de la Paramount, al igual que los de El Padrino, de Mario Puzo; Barbarella, de Jean-Claude Forest; y Love Story, de Erich Segal, se inscriben dentro de decisiones estratégicas de la productora, tras ser adquirida a mediados de 1966 por el conglomerado industrial Gulf and Western que encabezaba el magnate Charles Bluhdorn.

«En el calendario de 1967 figuran ya 31 filmes en comparación con los 22 del año anterior. Pero el principal esfuerzo no se hace en el plano cuantitativo sino en el aspecto cualitativo: se procura realizar filmes a partir de los más grandes éxitos de Broadway (…) Al mismo tiempo se dirige la producción hábilmente hacia lo que podríamos denominar el gusto medio, procurando, antes que nada, éxitos de taquilla».

La bibliografía de Levin tuvo su arranque con guiones para la televisión. Su primera obra de teatro adaptaba una novela de Mac Hyman, No times for Sergeant, una comedia de guerra, que Mervyn LeRoy llevó al cine en 1958. Su primera de siete novelas principalmente de misterio que llegó a publicar fue A kiss before dying (Bésame antes de morir), con gran éxito de público y enseguida adaptada a la pantalla en 1956 con Robert Wagner y Joanne Woodward, y posteriormente, en 1991, con Matt Dillon, Sean Young, Diane Ladd y Max von Sydow..  

Volvió al teatro con su obra más conocida en este campo, Deathtrap, también adaptada al cine en 1982, con Michael Caine y Christopher Reeve. De igual manera fue adaptada su novela Los niños del Brasil, por Franklin J. Schaffner, con Gregory Peck y Laurence Olivier, interpretando al criminal de guerra nazi Josef Mengele y al cazanazis Jakob Liebermann, respectivamente. Igual suerte tuvo su fantasía satírica –comedia oscura– The Stepford Wives, objeto de dos versiones, en 1975 con Katharine Ross, Paula Prentiss y Nanette Newman; y en 2004 con Nicole Kidman, Bette Midler y Glenn Close. En 1993, llegó la adaptación de su novela en tono de thriller erótico, Sliver, de mano de Philip Noyce, con Sharon Stone y William Bladwin.

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