–I de II–
El merengue es una música y un baile propios de la República Dominicana. Como parte consustancial de la nacionalidad dominicana, el merengue ha estado presente de manera directa e indirecta en todos los procesos históricos importantes que ha vivido nuestra nación. Somos un pueblo lleno de heroísmo, lucha, entrega, sacrificio pero también de mucha música, de mucho merengue.
La patria es sinónimo de merengue
Esa presencia importante del merengue en la historia dominicana, le permitió romper el cerco social que le tendieron las clases dominantes desde sus inicios y recorrer una ruta permanente de éxitos y penetración en las grandes masas del pueblo, hasta alcanzar la categoría de ritmo nacional e internacional sin perder su esencia como el género más popular de la nación.
Pocos ritmos en el mundo han logrado asumir esos tres roles en un mismo momento, como lo ha hecho el merengue. Esa de por si es una proeza patriótica pues, desde hace mucho tiempo, la patria es sinónimo de merengue.
Patriotismo desde el origen
El sentido patriótico del merengue se observa desde sus propios orígenes, pues si bien es cierto que no existe una fecha exacta ni un acontecimiento específico que pueda determinar con exactitud el inicio del merengue, no es menos cierto que una de las versiones que pretenden explicar su nacimiento se refiere a un hecho patriótico de gran significación en la lucha por la independencia nacional de 1844.
Para una gran cantidad de investigadores musicales, resulta cuesta arriba dar por un hecho que una música y un baile con carácter tan festivo y alegre como el merengue, pueda haber surgido de una coyuntura bélica.
Desde mi óptica, no es casual que el origen del merengue se pueda ligar a un hecho patriótico aunque esto no pueda ser demostrado de manera científica. Y digo que no es casual porque la trayectoria posterior de nuestro ritmo lo hace identificarse con acciones patrióticas en casi todos los momentos importantes de nuestro devenir como nación.
El merengue apambichao y la intervención militar de Estados Unidos en 1916
Algunos estudiosos del ritmo dominicano han realizado análisis prejuiciados aduciendo que nuestros músicos se arrodillaron ante las tropas interventoras y crearon una forma de merengue más suave llamada pambiche, debido a que el merengue normal era muy acelerado para que los norteamericanos invasores pudieran bailarlo. Esa visión del problema es sumamente simplista y equivocada.
El merengue jugó un importante papel patriótico en medio de esa intervención militar estadounidense de 1916. Si no se realiza esa readecuación del ritmo nadie podría descartar que en algún momento las autoridades interventoras pudiesen haber dado la orden de que se ejecutaran los ritmos norteamericanos solamente y que la música nacional fuera desterrada de las fiestas tradicionales de los pueblos, que era la única forma hasta ese entonces de poder difundir el valor de nuestra música, pues todavía no existían ni la radio, ni la televisión, ni el disco.
El merengue y la dictadura de Trujillo
El intelectual Rafael –Fello– Vidal, uno de los soportes teóricos del trujillato, convenció al futuro dictador Rafael Leónidas Trujillo para que en su campaña presidencial de 1930 se acompañara de un trío de merengues que sirviera para amenizar y levantar los ánimos de todos los asistentes a los diversos mítines que realizaban en todos los sitios del país.
Una vez en el poder y mientras sentaba las bases de una de las peores dictaduras que ha vivido el continente americano, Trujillo asumió el merengue como una de sus armas principales en la consolidación de su régimen despótico. A mediados de los años treinta dio la responsabilidad al maestro Luis Alberti de convertir al merengue en una música de salón.
El maestro Alberti cumplió al pie de la letra el encargo del dictador: El merengue pasó de repente de ser un muchacho callejero de los barrios pobres a ser un gentleman, con saco y corbata, y exhibiéndose con donaire en todos los sitios del país. De esta manera, Trujillo convirtió el merengue en una música de Estado, en una parte importante del engranaje ideo-político con que mantuvo dominado y sojuzgado el país por más de tres décadas.
Independientemente del ropaje nefasto del trujillato, durante los treinta años de la dictadura el merengue jugó un papel nacionalista porque se mantuvo como uno de los símbolos más importantes y representativos del sentir dominicano.
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