24/11/2024
Opinión

¿Figuras o partidos políticos?

Las elecciones del 2020 demostraron un cambio en el accionar del electorado dominicano a la hora de ejercer su derecho al voto.

Militar en un partido político y ser fiel a sus lineamientos, incluyendo votar por los candidatos que la organización establece, fue una costumbre que trascendió a generaciones en muchos hogares del país.

Sin embargo, el resultado de las elecciones pasadas nos demuestra que ya ese accionar quedó en el olvido.
Hoy tenemos figuras políticas en el Congreso Nacional, que nunca imaginaron que pudieran ganar una curul, algunos incluso, con campañas puestas en marcha por corto tiempo, -Juliana O’Neal es uno de esos casos-.

El voto es una herramienta de la vida democrática y cada vez se hace más frecuente que quienes lo ejercen, no siempre esperan cumplir con las expectativas de los partidos, sino, que prefieren dejarse llevar por los candidatos que no necesariamente tienen mejores propuestas, pero sí han hecho un trabajo de campo que los lleva a tener un contacto directo con la gente y sumado a un buen discurso, les garantiza en la mayoría de los casos el éxito.

En el plano internacional el empresario Donald Trump, se convirtió en una figura política logrando desplazar a políticos de carrera como Hillary Clinton para convertirse en el presidente número 45 de los Estados Unidos.

Cita el doctor Israel Palazuelos de la Universidad de Salamanca que “los partidos políticos, como las demás instituciones públicas, existen en las democracias para llevar a cabo ciertas funciones en pro del bien común: representación y articulación de intereses sociales. Cuando éstas no son atendidas y, por el contrario, se cae en una dinámica de abuso de poder, y desatención de las necesidades ciudadanas para sólo atender las de un grupo, se tenderá a retirarles la confianza”.

En el país crece la desconfianza en las organizaciones políticas como instituciones capaces de representar a las mayorías y defender los intereses colectivos, sumado al cuestionamiento ante actos de corrupción, –como sucede actualmente con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD)–, lo que podría seguir alimentando la práctica de que en lo adelante, la figura política y su accionar, primará por encima de su militancia política o partido.

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