Luis Sánchez se convirtió en la voz de mayor relevancia en el combo de Johnny Ventura en los años 60. Su capacidad e intensidad interpretativa aportó a la orquesta un aire de frescura, sobre todo en el repertorio bolerístico que empezó a fraguarse desde su conformación. El LP Vamos a bailar merembé, que publicó en 1968 el sello Velvet en Venezuela (LPV-1489) resume en esencia los aportes de un cantante versátil, vigoroso y capaz de ir con una admirable facilidad de un género a otro.
Este disco recoge doce canciones, cuatro de ellas incluidas en ediciones anteriores: tres publicadas en El mamito (1968) y una en El boogaloo está en algo (1967). El común denominador, todas son interpretadas por Luis. Ello redunda a beneficio del legado musical de Ventura. Del boogaloo se reedita A Sony, composición del intérprete, guaguancó con sabor que hace dúo con Qué risa me da, autoría del legendario Johnny Pacheco.
Las referencias de El mamito también se relacionan al guaguancó: Con la lengua afuera, tema de Félix López que en el 1961 ya había grabado Ismael Rivera con Cortijo y su Combo. Cierran este vínculo en tiempo de merengue el clásico Ritmo merembé (Los indios), de Joseíto Mateo y Por culpa de ella, también autoría de Luis. Y para seguir las huellas bailables dice presente el inolvidable El cuarto de Catalina. «En el cuartito de adelante/ Hay cosas amolotá/ Mañana mismo me mudo/ Pal cuarto que tiene atrá».
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Tremendo es el apartado que se circunscribe al bolero. Tiempo de oro que se erige con personalidad propia en la discografía de Johnny Ventura –en cantidad menos que el merengue aunque no menos significativo–, quizás subestimado y poco analizado. De Bobby Capó, intérprete al que siempre admiró el cantante líder del Combo Show, se incluye Como duele una traición.
Luis Sánchez no solo canta, créditos como autor recibe por Te lo dije… canción de sentimientos encontrados, amores imposibles, experiencias mortificantes. «Me lo dijo el corazón y te lo dije/ Te lo dije porque así lo presentía/ No seremos felices/ Vida mía. Te lo dije una y mil veces/ Una y mil veces te lo repetía/ Y no hacías caso a lo que te decía». Igual de triste y nostálgica es la canción Estoy triste, que no especifica el compositor en los créditos.
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La existencia de intérpretes como Luis Sánchez justifica la inmortalidad del bolero, aún en estos tiempos. Escuchar hoy Linda quisqueyana, de P. Escotto es acercanos al universo de terrenos fértiles donde crece el sentimiento transparente, humilde y penetrante. Ahí se destacan las trompetas, como así lo consiguen en De corazón a corazón, cuando todo pasa: pasan los días, pasan las noches, pasarán los años, pero en el dolor de mi almagura tú serás la dueña de mi corazón… Y sí, estos boleros tienen que ser redescubiertos, en estos tiempos en que la música pasa, sin que nada pase. ¡Oh! el galope del caballo, ¡qué buen jinete fue Luis Sánchez!
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