Por el Ing. Osiris de León
En cada proceso electoral los diferentes líderes políticos aspirantes a la presidencia de la República se someten al escrutinio de una sociedad que por su heterogeneidad siempre ha tenido diferentes preferencias electorales y ha de seguir teniendo diferentes preferencias electorales, porque cada ciudadano decide seguir al líder político que garantice ejecutar planes y programas que contribuyan al desarrollo de la nación, pues una legítima aspiración del ser humano es prosperar a través de una buena educación que le garantice un buen empleo en el cual pueda generar los recursos básicos para cubrir sus requerimientos de buena alimentación, vivienda digna, buenos servicios de salud pública, adecuados servicios de transporte, buena educación para sus hijos, etc., porque todos aspiramos a que el Poder Ejecutivo sea dirigido por líderes que se identifiquen con las necesidades básicas de la sociedad.
Todos recordamos el sólido liderazgo que Joaquín Balaguer logró construir en la clase media y en la clase pobre, porque Balaguer, hombre conocedor de cada rincón de la nación, y conocedor de las limitaciones económicas de la sociedad de la década de los años 60 y 70 sabía que en una sociedad donde la pobreza es alta, el Estado debe establecer planes y programas que le permitan a cientos de miles de familias la subsistencia, y por eso Balaguer, que manejaba los más pequeños presupuestos del país y los más pequeños endeudamientos externos, priorizaba los programas de construcción de viviendas, de escuelas, de hospitales, de presas, de canales, de carreteras, de puentes, porque entendía que el sector construcción multiplicaba los empleos y dinamizaba la economía, y aunque la oposición política le criticaba a Balaguer su alta inversión en construcción, el paso del tiempo demostró que Balaguer tenía la razón en usar la construcción como motor de la economía dominicana, al extremo que no aceptaba que los trabajadores fueran reemplazados por equipos, por entender que cada trabajador necesitaba ganar el sustento de su familia.
Para Balaguer la construcción, la agropecuaria, el turismo, la industria, la minería y la protección del medio ambiente eran fundamentales para el presente y para el futuro de la nación, y por eso pudo construir las bases de un desarrollo que hoy está por encima de muchas naciones que 40 años atrás nos superaban, y eso lo ubica dentro de la lista de grandes líderes de nuestra nación, siendo uno de los más recordados y más admirados.
Antonio Guzmán, sucesor de Balaguer, fue un gran Presidente que, aunque no priorizó la construcción porque debió destinar gran parte del presupuesto a reconstruir un sector agropecuario que fue impactado y destruido por el poderoso huracán David y por la fiebre porcina africana, se caracterizó por identificarse con los empleados públicos a quienes mejoró sus salarios, y por identificarse con el campesino dominicano que le valoraba y le estimaba.
Salvador Jorge Blanco, que sucedió al gobierno de Antonio Guzmán, no logró llenar las expectativas de la clase media y de la clase pobre, y fruto de medidas económicas que encarecieron el costo de la vida, la población se lanzó a las calles, y desde ese momento gran parte de la población le retiró su apoyo.
Con el regreso de Balaguer a la presidencia de la República en el año 1986, quedó reafirmado su liderazgo en el seno de un pueblo dominicano que abarrotaba las avenidas Máximo Gómez, John F. Kennedy y 27 de Febrero, en demostración de que su liderazgo era el más sólido en la República Dominicana, y eso le permitió gobernar 10 años más, con lo cual completaba 22 años de gobierno y desarrollo.
Leonel Fernández, quien en el año 1996 no tenía ninguna posibilidad de vencer al Dr. Jose Francisco Peña Gómez, tuvo el privilegio de llevar al Partido de la Liberación Dominicana a la Presidencia de la República, venciendo en una segunda vuelta al PRD, pero ese triunfo fue posible gracias al apoyo brindado por el liderazgo de Joaquín Balaguer y el Partido Reformista Social Cristiano, aportando los votos necesarios para superar a Peña Gómez, y durante esos 4 años de gobierno Leonel Fernández se dedicó a construir un sólido liderazgo discursivo y social que posteriormente le permitió gobernar 8 años más, con lo cual totalizó 12 años de gobierno, y aunque de nuevo aspira a gobernar al país, las encuestas no le favorecen porque la sociedad de hoy tiene expectativas distintas a las de 1996, y distintas a las de 2004 y 2008, además de que sus ejecutorias fueron diferentes a las promesas de campaña, donde importantes sectores como educación y salud recibieron muy bajos presupuestos, aunque el sector construcción si recibió suficientes recursos económicos que permitieron construir carreteras, puentes, elevados, pasos a desnivel y el metro.
Danilo Medina ha gobernado los últimos 8 años priorizando las visitas sorpresa a los campesinos, financiando programas agropecuarios a través de las cooperativas, asignado el 4% del PIB a la educación, apoyando a las microempresas a través de la banca Solidaria, fortaleciendo el crecimiento del turismo, renegociando contratos mineros, y reforestando la región sur del país, lo que ha fortalecido su liderazgo en esos importantes sectores.
Y aunque Leonel Fernández y Danilo Medina han sido los dos presidentes de la República que han representado al PLD, sus liderazgos son diferentes y sus valoraciones son diferentes, tal y como lo evidencian las encuestas de valoración de cada gestión de gobierno.
Todo indica que después de la salida de Joaquín Balaguer del escenario político, los únicos liderazgos que se han destacado en la presidencia de la República han pertenecido al Partido de la Liberación Dominicana, que ha gobernando 20 años, y al PRD, hoy PRM, que ha gobernado 4 años, presentándose un escenario donde la competencia, de acuerdo a las encuestas, ha de estar entre el candidato del PRM y el candidato del PLD, que ocupan los dos primeros lugares, y el candidato del nuevo partido la Fuerza del Pueblo, que ocupa un tercer lugar en la competencia electoral, candidatos que han diseñado campañas y actividades políticas diferentes que han impactado de formas diferentes.
Luis Abinader se apoya en sus propuestas de cambio y en el soporte del nuevo PRM y del carismático expresidente Hipólito Mejía, Gonzalo Castillo se apoya en sus 7 años como ministro de Obras Públicas, en sus innovadores servicios de seguridad y asistencia vial, en su cercanía a la gente pobre y necesitada, en las fortalezas del Partido de la Liberación Dominicana y en el apoyo público que le ha dado el actual presidente Danilo Medina, mientras Leonel Fernández se apoya en sus 12 años de gobierno, pero sin la juventud y sin el carisma que exhibía en 1996 y sin el apoyo del fuerte Partido de la Liberación Dominicana que en 3 ocasiones le presentó como su candidato, aunque cuenta con un partido nuevo que se nutre de simpatizantes fieles a su figura y a su experiencia de Estado, y cuenta además con una parte del Partido Reformista Social Cristiano cuya dirigencia está dividida en parte con Leonel y en parte con Abinader.
Pero así como en el año 1996 Joaquín Balaguer le transfirió a Leonel Fernández parte de sus simpatías populares y parte de su liderazgo político, ahora Danilo Medina le transfiere a Gonzalo Castillo gran parte de sus simpatías y de su popularidad, mientras Hipólito Mejía transfiere a Luis Abinader parte de carisma y de su popularidad. Esto hace que el escenario político se torne sumamente interesante porque participan 3 líderes que han ocupado la presidencia de la República, uno como candidato y dos como soportes políticos de los otros dos candidatos, generando una competencia que no sólo pone a prueba las fuerzas particulares de cada candidato, sino también las fuerzas de líderes políticos que hacen esfuerzos para demostrar que todavía conservan fuerzas importantes, y que esas fuerzas cuentan.
Los ciudadanos electores de hoy buscan nuevos líderes que representen a la sociedad de hoy, que se identifiquen con la juventud de hoy para animarles e inspirarles a ser exitosos líderes de mañana, que sean cercanos a la gente pobre de hoy, que tengan positivas y conocidas experiencias en los sectores públicos y privados, porque el Estado es una conjugación entre un Estado que traza reglas para inversión, un sector privado que arriesga sus capitales haciendo una inversión de la cual espera un retorno favorable, y un sector laboral que espera encontrar, en el sector público o en el privado, cada día más oportunidades laborales para su bienestar familiar, y por eso el líder de hoy debe demostrar conocer y entender los problemas básicos de hoy, conocer las soluciones esenciales que demanda el mundo de hoy, y estar dispuesto a aplicar esas soluciones, para así trasmitir la confianza que espera el empresario de hoy y el trabajador de hoy, pero, sobre todo, conocer y anticipar las limitaciones que habremos de encontrar en el camino de las soluciones, para que la gente sepa cual es la verdadera realidad en nuestra sociedad y en nuestra vecindad.
Los electores de hoy quieren nuevos líderes que sean carismáticos, que sean solidarios con toda la gente pobre que quiere trabajar y prosperar, sin promesas vanas, sin insultos, y sin descalificaciones de sus competidores, pues el verdadero líder no descalifica a sus competidores, ni permite que sus cercanos colaboradores insulten a sus competidores, porque el verdadero líder sabe que quien califica o descalifica a sus líderes es la sociedad a través de su voto electoral, y cuando un ciudadano tiene la firme convicción de votar por un determinado candidato, no cambia su intención de voto aunque insulten a su candidato, y lo confirma el hecho de que mientras los enemigos de Balaguer más insultaban a Balaguer, los balagueristas más reafirmaban su compromiso de ir temprano a votar por Balaguer.
Los líderes políticos deben recordar que las elecciones se ganan en las urnas, fruto de la inspiración que transmite un líder carismático a la mayor parte de la población que busca más y mejores oportunidades de progreso y de superación, y que es allí donde todos los ciudadanos son exactamente iguales, porque cada voto, de un rico y de un pobre, de un intelectual y de un iletrado, de un empresario y de un obrero, de un cristiano y de un ateo, vale igual a cualquier otro voto, por lo que cada líder debe estar lo más cerca posible de su pueblo y lo más comprometido posible con las expectativas de su pueblo, porque el líder político que mejor habla es aquel que se acerca a la gente, escucha a la gente, traduce las necesidades de la gente y plantea una válida respuesta para cada necesidad de la gente.
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