El coronavirus, esa pandemia que ha sorprendido al mundo y lo sumerge en el pánico y la incertidumbre, era hasta hace muy pocos días algo lejano o perteneciente a las antípodas para la República Dominicana, pero nos llegó muy rápido y no podía ser de otra manera en una economía abierta, globalizada, basada en servicios.
En principio identifiqué señales de negación, como quien afirma “esto no es conmigo”, aunque la sangre le llegue al cuello en medio de un conflicto de terceros. Poco a poco la razón se ha estado imponiendo, la actuación blanda y vacilante es reemplazada por decisiones duras, pero necesarias.
Ahora hace falta no dejar solo al Gobierno y sumarse, pues el Covid 19 es un problema de todos que requiere acciones coordinadas, asunción de protocolos de entes autorizados, respeto riguoroso a sus lineamientos y decisiones de control teniendo en el centro al ser humano y su protección como factor esencial.
Las pérdidas económicas serán inevitables –aunque algunos sectores tendrán resultados relativa y coyunturalmente mejores–, pero lo importante es preservar en primer lugar a la gente –el más valioso de los activos– sin la cual es imposible reencaminar a la empresa, desandar el camino de las pérdidas materiales y recuperar la normalidad en los negocios.
Me parece patética la lluvia de comunicados por todas las redes sociales centrados en garantizar limpieza de áreas, abastecimientos de bienes, funcionamiento permanente, aplicación de protocolos, y otras medidas, sin referirse a la necesaria protección, en primera instancia, de quien garantiza la cadena de suministro, la producción, el servicio, que es la gente, el capital humano.
El coranavirus es también una oportunidad para descubrir qué reputación corporativa tiene raíces porfundas y qué ejercicio de responsabilidad social va más allá de la pasarela, de las simples relaciones públicas y de los enunciados envueltos en el celofán de los diseños editoriales de última generación.
Las marcas responsables, auténticas, con propósito, coherentes, consistentes, solidarias –y que comunican en forma valiente– no sólo brillarán en esta ocasión, sino que podrían salir más rápido del trance que sobreviene para todos los mercados.
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