- Tu más peligroso enemigo es la distracción. Apaga el celular y aléjalo de ti. Si por alguna razón no puedes hacer eso, programa una de esas apps por el tiempo que quieres estar sin recibir llamadas ni notificaciones (OFFTIME, por ejm.). Para controlar el tiempo que pierdes en el móvil, la app HabitLab puede ser de gran ayuda. El modo Avión es otro aliado. Explícales a tus familiares, a tus amigos y a tus empleados domésticos que de 9 a 11 de la mañana, por decir algo, no estás para nadie, a menos que ocurra otro 9/11.
- Puedes engordar como una foca. La nevera es una tentación irresistible. No luches con eso. Ten en el refrigerador snacks saludables y cae en la tentación sin precaución y sin culpa. Babaganoush con bastoncitos de apio, para darte una idea.
- Estiramiento y calistenia cada 2 ó 3 horas. Estar sentado es el nuevo cáncer, y en la casa, peor, porque tiendes a acomodarte demasiado. Opta por una de esas estaciones de escritorio que te permiten trabajar un rato de pie y otro sentado.
- Desarrolla rituales.Vital para lograr la disciplina durante el trabajo en casa. Si no, te relajas o trabajas demasiado. Tengo una amiga que se vestía como para salir a trabajar, tacones y maquillaje incluidos. Desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde mantenía ese porte. Luego, “cerraba la oficina” y se “iba a casa”, es decir, se ponía en pijamas y chancletas.
- Separa ocio y negocio. Esfuérzate seriamente en no mezclar las áreas y las actividades de trabajo con las de descanso. No trabajo ni en el dormitorio ni en el cuarto de entretenimiento jamás. Tengo hasta dos bibliotecas: una de ficción y otra de no ficción. De lo contrario, sentiría que siempre estoy en el trabajo. La psicóloga Annie Tholennar, que daba consultas en su casa, no tenía un teléfono residencial, sino que tenía… ¡dos! Había un teléfono para la casa y otro para “la oficina”.
- Haz un directorio de restaurantes. Hasta que no empiezas a trabajar en la casa no descubres que salir diariamente a trabajar tiene un rol relajante y socializadora más allá de lo que supones. Salir a trabajar cada día es una fuente de felicidad, por raro que parezca. Cuando empiezo a extrañarlo, consulto mi directorio de cafés y restaurantes amigables para trabajar, los cuales anoto con guiños útiles para la toma de decisiones, según mi ánimo: “buen café”, “terraza al aire libre”, «tranquilidad», etc.
- Terceriza todo lo que puedas.Cuando trabajas en casa, no tienes el apoyo acostumbrado que encuentras en la oficina: secretaria, mensajero, soporte de tecnología, de recursos humanos, etc. Tienes que volverte un malabarista y a veces te sientes como una Osterizer. Subcontrata todo lo que puedas y jamás hagas algo que pueda hacer otro. Concéntrate en tu monopolio: en eso que agregas un valor único.
- Digital y móvil. Soy muy de apps para sustituir equipos humanos y de oficina: Speechnotes, para dictar textos. CamScanner, para escanear documentos; CamCard, para digitalizar tarjetas de presentación; Waves, para cotizar, facturar, cobrar y otras funciones administrativas.
- Llévate todo a la nube: Dropbox, Evernote, iCloud, Google Drive y más para almacenar contenido y acceder a él en cualquier lugar y tiempo y desde cualquier gizmo. Si tienes oficina en casa, como el caracol, llévala contigo dondequiera que vayas.
- Social snacking.Quienes trabajamos en casa pasamos mucho tiempo solos, casi sin darnos cuenta, pese a que socializar es una necesidad humana y una fuente de felicidad. Incluso las pequeñas interacciones con extraños, llamadas por los sicólogos «social snacking», pueden mitigar esa necesidad visceral que tenemos de socializar. Imponte salir a la calle diariamente, cuando acabes de trabajar o en un receso, aunque sea sólo para interactuar con extraños por 5 ó 10 minutos. Invita a un amigo a un café. Si es fuera de la casa, mejor.
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