La celebración de primarias para escoger los candidatos en los partidos políticos es un proceso interno democrático, que le permite a los aspirantes y a las bases medir la popularidad de sus dirigentes, siempre que estas votaciones se celebren en igualdad de condiciones y sin la intervención económica avasallante por parte de un sector determinado.
En el Partido de la Liberación Dominicana se empiezan a escuchar voces sobre quién debe ser su candidato presidencial para las elecciones de mayo del 2020. Félix –Felucho– Jiménez, miembro del Comité Político, aspira a una renovación de ese organismo antes de esa próxima cita electoral.
Felucho, convencido de que el presidente de la República Danilo Medina no buscará la reelección para ese entonces, cree que el candidato peledeísta «debe ser uno que surja del consenso». Pero el consenso suena a música para camaleones, melodías muy agradables para los aspirantes eternos, para esos «generales sin tropa» como les llamó Margarita Cedeño de Fernández cuando anunció en abril del 2011 que dejaba a un lado sus intenciones de buscar la candidatura presidencial en el PLD.
Felucho fue precandidato presidencial por el PLD en el 1998, y habla con conocimiento de causa: ir a unas primarias para enfrentar a otros aspirantes con mayor arrastre y posibilidades, es remar contra la corriente. Es cierto que los partidos deben renovarse –él propone que el Comité Político dé paso a sangre nueva– pero ese nuevo liderazgo debe ganarse su espacio, como hicieron quienes ocupan puestos y cargos preponderante dentro y fuera de las organizaciones partidarias.
El consenso puede producirse en torno a un precandidato con posibilidades reales, dentro y fuera del partido. Que entre los peledeístas ese círculo solo se enmarque a los nombres de Leonel Fernández y Danilo Medina cierra la brecha a otros precandidatos que aún están muy lejos de ganar unas elecciones presidenciales, aún cuando la maquinaria de los morados esté detrás de ellos.
Hay que aplaudir a Felucho cuando pide que en el PLD se le dé cabida a dirigentes jóvenes para renovar sus estructuras. Pero el liderazgo no se hereda, y esa juventud que cada día está más interesada en participar en política, debe someterse a los procesos democráticos, ganarse con sudor y lágrimas cualquier posición en ese tablero.
El liderazgo del Partido de la Liberación Dominicana está en manos de Leonel Fernández, presidente de la organización; y Danilo Medina, presidente de la República. Danilo constitucionalmente está impedido de poder buscar una repostulación para el 2020, quedando un camino más despejado para Fernández. Con este escenario –en teoría, porque nuestra Constitución suele ser «un pedazo de papel»– el consenso tendría razón de ser, porque se produciría en torno a un candidato con posibilidades reales de volver a sentarse en la silla de alfileres.
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