El problema del medio ambiente en la República Dominicana ha sido recurrente y todas las administraciones del Estado lo han encarado, a partir de diferentes perspectivas, destacándose de manera notable lo jurídico, militar, lo zoo-botánico y los desalojos; sin que hasta el momento hayamos cosechado resultados notables.
En lo que no hemos reparado, ninguno de los involucrados, es en el aspecto socioeducativo del problema, podemos condenar a reclusión perpetua, reprimir hasta la muerte, sembrar miles de millones de árboles y proteger a todas las especies animales; de nada nos valdrá, si no educamos a la población, sobre la importancia de ser amigos de la naturaleza.
La clave del triunfo, en esta lucha, radica en la educación a toda la población, rural y urbana, sobre la importancia de nuestras reservas naturales y el valor de su conservación.
Involucrar en toda iniciativa a los que geográficamente están comprometidos, con los parques nacionales y motivar, a los que pueden ser visitantes ocasionales; para que conozcan y valoren estos espacios geográficos. “Nadie valora lo que no conoce”.
No es posible mantener las armoniosas relaciones, a que aspiramos en los espacios protegidos, sin que exista un conocimiento pleno de esos espacios, para la mayoría de la población: “esos son montes para alojar culebras”, y tampoco sin que exista un responsable especializado, residente en esos espacios.
En este escenario surge el guardabosque, como figura de primer orden, en la misión que nos hemos dados. No como un peón para chapeo y espionaje, como tradicionalmente, se le ve;, sino como la máxima autoridad del medio donde tenga funciones.
No es ajeno al conocimiento común, que nuestros guardabosques viven y tienen sus oficinas administrativas, en las ciudades y sus intervenciones en las zonas de conflictos entre naturaleza y hombre, son en forma de operativos o pueden ser especialistas que solo juzgan consecuencias.
A nuestro juicio, un guardabosques o agente forestal; es una persona que vive y está dedicada a la protección y conservación de áreas naturales; como bosques o parques forestales, así como, el mantenimiento de todos los recursos naturales de esas zonas, en perfecta armonía con los espacios culturales.
Entre las tareas que puede desempeñar u orientar un guardabosque, se encuentran las de vigilancia, educación, administración, prevención y extinción de incendios, además velar por el cumplimiento de la ley y gestionar auxilio para los residentes en el entorno de las zonas protegidas.
La relación a que aspiramos, es de tipo propositiva, vivencial y participativa.
Esta situación se hace alcanzable, cuando establecemos una estación de guardabosques, que sirva de alojamiento a un equipo de trabajadores especializados, civiles y militares; dedicados a intermediar entre el hombre y la naturaleza, entre lo cultural y lo natural del paisaje geográfico.
Para el caso de la República Dominicana no existe un perfil preestablecido del guardabosque. Pero debe ser una persona con dominio o en curso del dominio del tema botánico, zoológico y antropológico. Bien podría complementarse todo formando un equipo.
No se trata de uno o varios cuidadores, se trata de un especialista o equipo de especialistas.
En sentido general los guardabosques son personas amables y solícitas, que siempre intentan hacerte sentir bien acogido, en un parque nacional o una reserva natural.
Los guardabosques, deben ayudar a los visitantes a encontrar su camino en el parque nacional, dar charlas sobre la naturaleza dirigidas al público general y educar a miles de niños en las escuelas.
Proveer al ecoturistas de informaciones, valiosas para hacer sus visitas más agradables y enriquecedoras.
Asistir a los centros educativos e instituciones de servicios a motivar la realización de excursiones. En cada esfuerzo, educar en cuanto a lo valioso de las reservas naturales y contestar preguntas de los visitantes.
Además, deben ser temas de especial atención, en mano del guardabosque; la tala indiscriminada de árboles maderables, la tumba y quema de bosques para pequeños conucos, la tala de árboles para producir carbón, la caza y pesca indiscriminada y de exterminio, las formas de sobrevivencia de las familias que residen dentro o en el entorno de los parques nacionales, sin agredir a estos, entre otros temas.
Vivir en un área o cerca de un área, declarada protegida puede ser una tentación para muchas comunidades, particularmente, si no obtienen beneficios algunos de estas, sin ejecutar transformaciones significativas que dañen al ecosistema.
En ese sentido se hace necesario, desarrollar programas de asistencia y orientación a los pobladores para la producción de artesanía, para ofrecer al turista, servicios como guías o como asistentes de la estación de guardabosques, recolectores de frutas y miel, operadores de pequeños apiarios, colaboradores en labores de reforestación, desarrollo de proyectos agroforestales, etc.
Este tipo de relación con el medio ambiente, solo es posible, cuando el dueño del negocio, entiéndase el guardabosque, un especialista formado, se mantiene en su espacio no como una visita sino, como el anfitrión que te recibe, de manera agradable, pero celoso de su casa.
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