Vituperada, vapuleada, criticada y a veces calumniada, Pro Competencia tiene en estos momentos la oportunidad histórica de reivindicarse y hasta de resarcir a los contribuyentes por el altísimo costo que nos representó durante su parcial y extensa España Boba.
Sin dudas, las entidades de esa naturaleza requieren un arduo trabajo hacia adentro antes de habilitarse que, en algunos casos, toma tiempo, especialmente en países como República Dominicana donde no hay ni asomo de cultura de competencia y abundan las colisiones institucionales.
Organización, reclutamiento del personal, entrenamiento, asesoría internacional, examen de las mejores prácticas, transferencia de know how, abogacía de la competencia, difusiones y otras acciones han implicado un largo camino recorrido.
Es justo reconocer todo el trabajo en ese sentido de Luis Reyes, Leyda Reyes, Magdalena Gil, Esther Aristy, Antonio Rodríguez Mansfield y Michelle Cohén. Esta última tuvo el mérito de dotar a la entidad de casa propia, evitando un honeroso gasto en alquiler al Estado y de sentar un precedente ordenando los primeros estudios de competencia que se convirtieron en su piedra de tropiezo.
La reacción furibunda contra esa iniciativa de parte de poderes fácticos, apoyados por segmentos oficialistas curtidos en el contubernio, llevaron a Cohén a la arena de un circo romano donde la decapitaron en forma despiadada.
Lo bueno de todo es que los testimonios (en forma de cartas, comunicados, correos electrónicos y productos editoriales) están ahí para que la historia haga su juicio en el momento oportuno, pero también nos quedan las señales de cuan sensible es la epidermis de ciertos potentados ante la palabra competencia.
Después de ocho años de promulgada su ley, ya Pro Competencia tiene la reclamada directora ejecutiva, que es la fiscal o la procuradora del mercado. No hay excusas para no iniciar su ordenamiento o aplazar las lluvias de casos y las sanciones que deben producirse en un país antiborrado de prácticas anticompetitivas que atentan contra su desarrollo.
Sabremos ahora de qué pasta están hechos los integrantes de esa entidad que, por cierto, debe volver pronto a la legalidad reemplazando a los comisionados que están ahí desde 2011. Veremos ahora si el lema “Vital para la economía, esencial para el bienestar” es la esencia de Pro Competencia o si se trata de palabras huecas.
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