Los municipios de República Dominicana son los de más mala suerte que muchas partes del mundo.
Muchos alcaldes, directores municipales y otros funcionarios edilicios sencillamente reparten con mucha injusticia tanto el dinero que les asigna el gobierno central como los recaudado por los impuestos en sus zonas de gestión.
Regularmente y para cada aprobación del Presupuesto anual se alzan muchas voces vinculadas a los ayuntamientos reclamando que se les aumente el subsidio a estas instituciones o que se cumpla con la ley que establece un diez por ciento del producto interno bruto.
Esto nunca se cumple y es porque tanto el Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional saben perfectamente que más del 60 por ciento del dinero que llega a los cabildos se va en nóminas y otros gastos superfluos.
En cada provincias, municipio o pueblo del país las calles no tienen identificación, las casas no están numeradas para no decir que existen semáforos dañados por años mientras las vías están llenas de hoyos.
También los servicios de alcantarillados municipales son inservibles, así como otras responsabilidades propias de los ayuntamientos.
El dinero que llega a los municipios se gasta en construcción y remodelación de parques, aceras, contenes, nómina de gente que posiblemente cobre en varias instituciones o nunca haya ido a trabajar.
Esto sucede mientras los ciudadanos carecen de servicios básicos como los mencionados más arriba, entre regidores y síndicos sencillamente se lo llevan todo mediante contratos de recogida de basura y otros abastecimientos que si se investigan seriamente los resultado serían desastrosos legalmente.
Sólo ponerse a pensar que el municipio capitalino de Santo Domingo Oeste cuyo barrios más popular es Herrera debe estar carente de todo tipo de servicios comenzando por sus calles, cloacas, recogida de basura y el gran desorden que resulta transitar por la avenida Isabel Aguiar y zonas aledañas.
Al alcalde de ese municipio se le ha ocurrido gastarse una millonada comprando una réplica de la Torre Eiffel a la vez que se burla de la sociedad haciéndose que no sabe el origen histórico del monumento y mandando a la gente a tomarse fotos en el lugar que por demás es inaccesible.
A esto agregarse que afea el entorno de la Plaza de la Bandera. Todo esto ocurriendo bajo la mirada irresponsables de las autoridades encargadas de darle mantenimiento y cuidar del entorno histórico que significa dicho lugar.
Ese gasto del dinero municipal innecesario en Santo Domingo Oeste se suma al nuevo parque de luces que se montará en el área verde del centro deportivo de Santo Domingo Oriental, ambas medidas tomadas por los síndicos de allí sin la aprobación de sus salas capitulares que por demás se comportan como empleados de esos alcaldes.
Así las cosas la pregunta es si vale la pena que se le aumente la cuota presupuesta a los ayuntamientos que para nada se acuerdan de sus munícipes y que por el contrarios sus alcaldes se burlan de ellos y sólo salen a darles las manos en tiempo de campaña.
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