Las tropas que dirige Luis Abinader en el Partido Revolucionario Moderno (PRM) siguen disparando a objetivos inciertos en el minado campo de batalla. Tras su derrota en las elecciones presidenciales, congresionales y municipales del pasado 15 de mayo, los soldados comandados por Abinader ponen en evidencia su creciente grado de desesperación, dejando a Hipólito Mejía como el único ente perremeísta –y sus seguidores más cercanos– consciente de que todo tiene su hora.
Veamos al detalle cuál ha sido el comportamiento y las aspiraciones de ese PRM ante el proceso de elección de los miembros y suplentes que pasarán a conformar la nueva Junta Central Electoral para el período 2016-2020. Obviando todos los aspectos de la institucionalidad, los perremeístas no bien inició esta jornada de la Comisión Especial del Senado, que encabeza el senador Dionis Sánchez, los perremeístas llevaron al tema a instancias de la iglesia, al seno de los feligreses y sacerdotes que poco podrán hacer en la conformación de la JCE.
La comisión del Senado también está integrada por Rubén Darío Cruz, Rafael Calderón, Pedro Alegría, Tommy Galán, Prim Pujals Nolasco, Amable Aristy Castro y Félix Nova Paulino.
El desesperado grito del PRM no permite que se escuche con claridad su clamor para que esta nueva junta esté integrada por «miembros imparciales», provenientes de la sociedad civil [a]partidista, personas «probadas», «pulcras» y que garanticen procesos electorales diáfanos y democráticos. Como si los jueces que están ahora carecen de toda credibilidad para esos fines.
Luis Abinader ha perdido toda lógica política en esta próxima batalla que se avecina, la cual también perderá si no depone las armas frente a las instancias constitucionales que escogerán los nuevos jueces. Dentro de poco, el Senado recibirá las propuestas que integrarán diez ternas con los aspirantes evaluados por la Comisión Especial.
Los integrantes de esas ternas –cinco con los candidatos a miembros y otras cinco con los aspirantes a suplentes– se sabe a ojo de buen cubero de donde provienen, cuáles son sus «padrinos» políticos y sus patrocinadores institucionales. Nada en este proceso es casual. Si bien la Comisión del Senado se apega a lo establecido por la Constitución, la escogencia de esos candidatos responderá a las decisiones del consenso voluntario en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), organización con mayoría legislativa para hacer cumplir sus deseos.
Danilo Medina, presidente de la República, Leonel Fernández, presidente del PLD y Reinaldo Pared, secretario general, tienen en sus manos las armas con municiones suficientes como para ser aniquilando la cuota de poder que en el PRM no acaban de aprender cómo seguir defendiendo.
Dionis Sánchez declaró este jueves que «el proceso ha estado apegado a lo que establece la Constitución de la República y en el reglamento interior del Senado, acogiéndose al plazo de los 60 días establecido, por lo que antes del 9 de noviembre el pleno de los senadores habrá elegido a los próximos miembros y suplentes del organismo electoral».
La oposición irracional que encabeza Abinader –flanqueada por un Bloque integrado por aquellos partidos minoritarios con poca influencia para hacer cambiar el curso de las decisiones del Poder– marca distancia del entorno de Hipólito, quien esta semana envió al Presidente Medina una extensa carta en la que le sugiere poner en marcha medidas que beneficien al sector agropecuario. Danilo volvió a ser receptivo con las opiniones del ex presidente de la República (2000-2004) y elogió el gesto comentando que «ese es el tipo de oposición que me gustaría se hiciera en el país, porque son recomendaciones que tienen valor».
Puede que el «affair» Danilo-Hipólito tenga más de política (aún cuando mantienen una relación de amistad muy estrecha desde hace muchos años) que otra cosa, pero debemos tomar en cuenta el momentum en que se escribe la carta dirigida al mandatario. Saber leer entre líneas es una facultad políticamente oportuna en este caso.
Como escribió Benjamin Constant, refiriéndose a la libertad política –citado por Alain Minc en Una historia política de los intelectuales– si «si la supremacía de la voluntad general se impone sobre toda voluntad particular… hay una parte de la existencia humana que, necesariamente, permanece individual e independiente, y que queda por derecho fuera de toda competencia social».
Quizás con conocimiento de causa, Hipólito Mejía sabe de la importancia de estar representado en la Junta Central Electoral, y empezó a mover a tiempo las fichas que le podrían mantener en juego, manteniendo una discreta distancia del Bloque Opositor que no acaba de entender que la oposición tiene tantos rostros como Arya Stark en la serie Juego de tronos.
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