La mayoría de la gente tiende a promover sus puntos de vista políticos apelando a sus valores morales, conservadores o liberales, según sea su cosmovisión. Sin embargo, se persuade más fácilmente enmarcando el mensaje desde la perspectiva moral del otro, cuando este está en la acera de enfrente.
Así resumo las conclusiones de un enjundioso estudio realizado en Estados Unidos por investigadores de las universidades de Stanford y Toronto, dado a conocer recientemente en el Personality and Social Psychology Bulletin bajo el título “From gulf to bridge: when do moral arguments facilitate political influence?”
En por lo menos seis experimentos, los profesores Mathew Feinberg y Roob Willer comprueban que la “brecha de empatía moral” o la incapacidad de comprender una cosmovisión moral diferente a la nuestra prácticamente nos incapacita para elaborar mensajes que apelen a las convicciones morales de los contrarios, a pesar de que estos enfoques resultan más persuasivos.
La política estadounidense ha alcanzado niveles de división y animosidad partidaria históricos, según una investigación de 2014 del Pew Research Center, lo que quiere decir que tanto los conservadores como los liberales se aferran más que nunca a sus convicciones morales.
Dos años después, en medio de una campaña electoral fuertemente polarizada en torno a los principios morales republicanos y demócratas, habría que suponer que las convicciones de ambas partes se han radicalizado.
Los valores a los que más se aferran los liberales son la protección y la justicia social, mientras que entre los conservadores puntúan alto el sentido de autoridad, la lealtad de grupo y la pureza o santidad.
Los liberales son defensores vehementes, por ejemplo, del medioambiente y de la igualdad de derechos para todos, mientras que los conservadores promueven apasionadamente el nacionalismo y el patriotismo.
La mayoría de los liberales abogan por la reducción del calentamiento global apelando a la protección del medioambiente, pese a que el “mensaje verde” resultaría más persuasivo y convincente ante los conservadores si los liberales abogaran por “la pureza” del medioambiente (menos contaminación, más aire puro).
De acuerdo a la misma lógica, los conservadores son más renuentes a aceptar el matrimonio homosexual si la defensa de esta causa se basa en la igualdad de derechos para todos. Si los liberales apelaran a la reducción de la promiscuidad o del contagio de las enfermedades de transmisión sexual, que son argumentos de pureza o santidad, la aceptación del matrimonio gay podría superar con más facilidad el “escrutinio analítico” de los receptores.
Los liberales, en cambio, apoyarían más fácilmente la industria armamentista si se planteara en términos de garantizar mayor equilibrio mundial (justicia y protección) que si se plantea desde la perspectiva de la autoridad y la lealtad de grupo (patriotismo, nacionalismo).
Brecha de la empatía moral. En seis experimentos de Feinberg y Willer participaron grupos que oscilaban entre 35 y 50 personas y entre 250 y 300 personas, aproximadamente, hombres y mujeres distribuidos en proporciones más o menos similares, autoclasificados como liberales y conservadores. Recibieron un modesto pago (50 dólares en algunos casos) por participar en el estudio.
En el primer experimento se le pidió a los liberales participantes que escribieran un mensaje a favor del matrimonio del mismo sexo para persuadir a conservadores que lo rechazaban. Quienes escribieran el mensaje más persuasivo recibirían un pequeño premio en efectivo.
A pesar del incentivo económico, 74% de los participantes apeló a fundamentos morales liberales y una minoría de apenas 9% elaboró mensajes que reflejaron principios morales conservadores. En general, 86% de los participantes uso una retórica moral de algún tipo.
En el segundo experimento se les pidió a los participantes conservadores que escribieran un mensaje para convencer a liberales de apoyar el establecimiento del idioma inglés como lengua oficial de Estados Unidos.
Los resultados fueron similares al primer experimento: apenas 8% de los conservadores utilizó argumentos que acoplaran con los valores morales liberales, mientras que 70% apoyó su mensaje en sus propios valores morales. En general, 79% argumentó algún tipo de retórica moral.
Es decir, la mayoría de las personas es incapaz de tomar en consideración los valores morales del adversario político. Igualmente, la mayoría tiende a defender sus posiciones fundamentándose en algún tipo de retórica moral, especialmente sus propios valores, aunque este enfoque resulte inefectivo para persuadir al opositor.
Reenfoque de mensaje desde la cosmovisión contraria. Independientemente del enfoque del mensaje a que estuvieran expuestos, los liberales mantuvieron el mismo apoyo al matrimonio del mismo sexo. En los demás temas evaluados (gasto en armas, establecimiento del inglés como idioma oficial, etc.) dieron una aprobación significativamente mayor cuando el mensaje conservador se enmarcaba desde perspectivas morales liberales.
Los conservadores, asimismo, respaldaron el matrimonio gay más ampliamente cuando leyeron un mensaje enmarcado en el patriotismo, como por ejemplo: “Las parejas del mismo sexo son orgullosos patriotas americanos que contribuyen a la economía y a la sociedad estadounidense”.
A otro grupo de 258 participantes (139 hombres y 119 mujeres) se les asignó al azar la lectura de un breve artículo de apoyo a la universalidad en el sistema de salud, con mensajes enmarcados en términos de la justicia social (“la cobertura de salud es un derecho humano básico”) o de pureza (“más gente sin cobertura de salud significa más americanos inmundos, infectados y enfermos”). Los conservadores expuestos a los mensajes de pureza demostraron un mayor apoyo al ObamaCare, significativamente, y marginalmente mayor a la universalidad en el sistema de salud.
Los demás experimentos abordaron otros temas que típicamente polarizan a conservadores y liberales, como por ejemplo el apoyo al gasto armamentista, y se repitieron resultados similares: los liberales, tradicionalmente renuentes a respaldar aumentos de este gasto, cuando fueron expuestos a mensajes conservadores enfocados desde la protección y la justicia, tienden a apoyar más significativamente esta causa ordinariamente conservadora.
Extrapolando los resultados de esta investigación al ámbito local, ahora que en República Dominicana ha emergido de forma candente el debate sobre la igualdad de derechos para las parejas del mismo sexo, se ha revivido la discusión sobre el derecho al aborto, la educación sexual en las escuelas, y va y viene el conflicto dominico-haitiano, es bueno que los contenedores sepan que ninguno convencerá al contrario comunicándose desde su propia cosmovisión moral, sin tender un puente que supere “la brecha de la empatía moral”. Nada más y nada menos que tomar en cuenta los valores morales del otro, la cosmovisión ajena.
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