Un ruido electoral insoportable para los ciudadanos por el bullicio babélico que harán miles de candidatos disputándose más de cuatro mil puestos electivos en un regreso a la modalidad de elecciones generales del presidente, los legisladores, los alcaldes y los regidores.
Los entaponamientos del tránsito serán insufribles –peor incluso que ahora, sí señor–, no habrá un resquicio de paz, pared o poste de luz que los candidatos no atiborren de afiches, rejuvenecidos y embellecidos por el Photoshop, poniendo en evidencia su falsedad.
Una diarrea incontrolable de propaganda oficial, inútilmente camuflada como comunicación institucional gubernamental, más la propaganda explícitamente electoral.
Leonel Fernández y sus colaboradores se integrarán a la campaña. Su gente, porque quiere repetir, y al líder no le quedará de otra, por disciplina partidaria, por fachada política, por temor a que regresen los “perredemeistas” al poder y le hagan pasar un mal momento ante la justicia como otrora lo hicieron.
Abinader probablemente continúe desconectado y el resto de la oposición fragmentada, todos queriendo ser cabeza de ratón antes que cola de león. Medina, como un carro sin freno y sin reversa, hará lo que haya que hacer para retener la presidencia.
(¡Yo quisiera irme para la Luna!).
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