Hubo un tiempo en el que el director Francis Ford Coppola era el estándar y referencia obligada dentro del mundo del cine de gangsters. Eso cambió cuando Martin Scorsese incursionó en el género no con una, sino con tres producciones que colocaron su nombre por encima o a la par de Coppola.
Desde entonces muchos lo han intentado, pero nadie ha podido equiparar el esplendor y la amplia dimensión cinematográfica alcanzada por aquellos grandes directores.
Fue tal vez por eso que el director de ‘Black Mass’, Scott Cooper decidió ubicarse en el extremo opuesto. Es decir, el también realizador de ‘Crazy Heart’ trató con tal empeño de hacer una película que no se pareciera ni a Coppola ni a Scorsese que terminó por deshumanizar el personaje central de su historia, impregnando la misma de un aire glacial, distante y ajeno.
‘Black Mass’ comprende dos décadas de actividad delictiva y asesinatos, de 1975 a 1995, época en la que con la ayuda del corrupto agente del FBI John Connolly, que dejó el camino libre al gangster James ‘Whitey’ Bulger al disponer de la mafia italiana –notable interpretación del actor Joel Edgerton–; Bulger se transformó en el despiadado y cruel líder de la Winter Hill Gang que operaba en el Sur de Boston.
Joel Edgerton interpreta a John Connolly en una escena de «Black Mass.».
La historia, inspirada en hechos reales y escrita por Mark Mallouk y Jez Butterworth, recoge una etapa de la vida criminal de ‘Whitey’ Bulger, interpretado con soltura y decisión por un Johnny Depp que consigue su mejor actuación en mucho tiempo. En el papel, este relato luce lo suficientemente inquietante y poderoso como para dar lugar a una cautivante película.
Desafortunadamente, la riqueza y complejidad de esta historia nunca se traduce en un hecho comprobable en parte debido a la incapacidad del director Cooper para elevar su película por encima del panfleto detectivesco y el pandillerismo callejero. Queda claro aquí que fue mucho lo que se comprimió para reducir la duración de la película.
Por otra parte, el acercamiento que el director Cooper hace hacia el personaje de ‘Whitey’ Bulger es crudo, directo y sin atajos. Por ello abunda la sangre, pero está ausente la emoción. Si este fue el propósito del director y los guionistas, entonces no fue la mejor manera de representar a ‘Whitey’ Bulger, puesto que de la forma opaca como se revela aquí el personaje, no solo se confiere al mismo un rasgo unidimensional, sino que sobre todo se incorpora a la película un estilo árido, agreste y para nada exuberante.
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El otro gran problema del film es el punto de enfoque o sentido narrativo al que recurre el director. Uno asume que esta es la historia de James ‘Whitey’ Bulger, o al menos de una parte de su vida criminal. Sin embargo, no siempre es así. Son notorios los cambios de puntos de vista en los que con frecuencia el agente Connolly toma el mando de la narración, dejando de lado a Bulger.
Difícilmente, ‘Black Mass’ gane premio alguno; el guion es genérico e incongruente; la edición a nadie impresiona y ni siquiera las secuencias de acción, aunque grotescas y muy violentas, son cautivantes.
Ahora bien, es innegable que el director Cooper consiguió ensamblar un formidable elenco para su película. Johnny Depp con sus dientes descoloridos, su prominente calvicie y sus inquietantes ojos azules, se lleva las palmas. Este es el más arriesgado papel de Depp en años, y sin dudas su fuerte personificación es el mayor activo de la película. De él proviene toda la intensidad que posee el film. Los demás actores no están a su nivel, pero son un buen complemento.
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