El nivel de popularidad del presidente Danilo Medina –sostenido casi incólume cuando ha rebasado más de la mitad de su primer período constitucional– es, sin dudas, un caso de estudio que probablemente deba trascender el análisis de los criterios simples basados en la percepción cortoplacista.
Es indiscutible que el mandatario ha tenido a su favor una formidable estructura de comunicación con una operatividad inteligente, planificada, racional y oportuna.
Sin embargo, pienso que un disfrute tan prolongado de esta alta aceptación no sería sostenible solamente sobre la base de artilugios comunicacionales, porque, como indica la famosa canción, “hasta la belleza cansa”.
La conexión del gobernante con la gente de a pie es irrabatible, ha hecho “click” con ella hablando poco, actuando hasta con reducidos matices emocionales, sin promesas ni creación de sueños o esperanzas incumplidas, que son las vías favoritas de los políticos oficiantes del populismo.
Pese a la gestión de su silencio y de sus palabras –que a veces hace que uno se olvide cómo es su voz- Medina no se proyecta enigmático y parece una carta abierta. Danilo es cualquiera de nosotros, el tipo de la esquina, ese ciudadano que nos pasa por el lado, que no despierta sentimiento de distancia ni resulta inabordable. Es como el compadre, el primo, la ficha conocida.
No hay otra forma de explicarlo, pues debemos colegir en que este sigue siendo un país con una enorme exclusión social, una tasa alta de desempleo, con servicios públicos precarios, víctima de la delincuencia, puente del narcotráfico, institucionalmente débil. En este terruño no existe una movilidad social que nos convierta en Suiza, pero tampoco se ha asumido una serie de reformas pendientes, de esas que –quiérase o no- causan escozor, incomodan como toda medicina en cuerpo enfermo.
Durante el gobierno de Danilo no han faltado los obstáculos contra su popularidad como si fuesen movidos por manos arteras e invisibles: Bahía de las Águilas, los debates sobre desnacionalización, el conflicto por la regularización de inmigrantes y otros. Pese a todo, Danilo es muy popular en forma extendida. ¿Se mantendrá así como candidato?
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