En materia de participación política de la mujer, República Dominicana va de reversa con respecto a los avances que se han dado en Latinoamérica; en algunos aspectos ha ido a la zaga y en otros da un paso hacia adelante y dos hacia atrás.
Mientras que en Latinoamérica, el promedio de legisladoras totaliza el 24%, en República Dominicana sólo el 18.5% de los escaños es ocupado por mujeres. Estamos 5.6% por debajo de Latinoamérica en cuanto a la presencia de mujeres allí donde se hacen las leyes.
De 190 diputaciones, solo 40 son ocupadas por mujeres, es decir, una proporción de 21% de diputadas frente a 79% de diputados. De 34 puestos en el Senado, solo dos son ocupados por mujeres, que representan apenas el 5.8% de la Cámara Alta.
En el Poder Ejecutivo, de 21 ministerios, sólo tres tienen mujeres a la cabeza, es decir, apenas 14%% de mujeres frente a un 86% de hombres
En el ámbito municipal, de 155 alcadías, solo 12 son ocupadas por mujeres, lo que representa un 7.7% versus un 92.3% de hombres.
Con el regreso de Bachelet al poder en Chile, tres mujeres gobiernan la mitad de la población latinoamericana, si tomamos en cuenta que otros dos gigantes suramericanos, Brasil y Argentina, son regenteados por las señoras Dilma Rousseff y Cristina Fernández. En Brasil, por si fuera poco, Rousseff se reeligió el año pasado frente a otra amazona de la política, la ambientalista Marina Silva.
Recordemos también que hasta el año pasado la politóloga Laura Chinchilla presidió el gobierno de Costa Rica, y hace ya 25 años que en otro país centroamericano, Nicaragua, doña Violeta Chamorro se convirtió en la primera mujer presidenta en un país americano.
No se descarta que el próximo gobierno de Perú sea encabezado por una mujer, que podría ser la actual primera dama, Nadine Heredia, o la hija del ex presidente Fujimori, Keiko Fujimori, ambas con capitales políticos propios.
Por lo menos en el avance de las mujeres a los primeros puestos de la política nacional, Latinoamérica ha tenido mayores logros que Estados Unidos y Europa.
Pero como ha dicho alguna vez el actual Coordinador Residente de las Naciones Unidas y Representante del PNUD en República Dominicana, Lorenzo Jiménez de Luis, “la participación política de la mujer en República Dominicana es una tragedia”, por escasa.
En términos más precisos, no es que haya pocas mujeres en la política dominicana. Es que lamentablemente, en este ámbito como ocurre también en el sector privado, siguen frenadas por el infame techo de cristal cuando se trata de llegar a los puestos donde se toman las decisiones, tanto dentro de los partidos o en el ejercicio de la gestión pública.
Vivir de espalda a “la otra mitad” equivale a desaprovechar más del 50% del capital intelectual de República Dominicana, porque para nadie es un secreto que en las universidades la población femenina supera con creces la masculina, tanto en las formaciones de grado como de postgrado, lo que también es un fenómeno que se observa en Latinoamérica, donde el 53% del universo universitario es femenino.
Con este freno a “la otra mitad”, probablemente nos estemos privando de insuflar una buena dosis de honestidad y austeridad a la política y a la gestión pública, así como una mayor sensibilidad en la lucha contra la epidemia de violencia machista que nos azota.
Comentarios