Ya se está hablando de que el selfie es, además de la moda, un nuevo recurso de las figuras públicas y las marcas para “controlar su narrativa”. Es como si dijéramos que Samsung no ha tenido que esperar que los medios tradicionales se ocupen de proyectar su Galaxy, porque lo puede hacer la misma marca a través de Twitter: caso del archifamoso selfie de las estrellas de cine en el Oscar pasado.
Intentar controlar su narrativa es lo que hizo también el embajador norteamericano James Wally Brewster cuando difundió el video de él y su esposo Bob Satawake, como preludio de su llegada a República Dominicana.
Wally (quien es un profesional experto en comunicación) transmitió directamente, él, su relato a los dominicanos por YouTube, como contrapeso a toda la alharaca que se creó en torno a su preferencia sexual y su trayectoria de activista homosexual. Puso claro, junto con su pareja, cuáles son sus valores (tolerancia, amor y respeto, etc.), los cuales pregonaría en RD, y buscó la empatía con los dominicanos, mostrando viejos sus vínculos con el país.
Un ejemplo aún más poderoso de «controlar la narrativa» fue el recurso que utilizó el nuevo alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, cuando decidiódifundir un video de su hija Chiara de Blasio en el que ella confesaba sus problemas con las drogas y su proceso de recuperación. De Blasio se “adelantó a la narrativa”, como también se dice ahora, cuando hizo pública esta noticia motu propio, antes que los medios lo hicieran, pero, eso sí, después de haber ganado la campaña electoral.
De Blasio contó el relato con una imagen intimista, editada, pero natural. Es decir, contó su historia cuando quizo, como quizo y cuanto quizo decir de ella (sin dudas, dirigido por un experto en comunicación). Esa es la verdadera clave de la comunicación de crisis, no tanto aquella que recomienda «contar siempre la verdad», así, sin más ni más.
Las redes sociales son una medusa de mil cabezas que asustan a las empresas, las marcas y las figuras públicas cuando están en medio de una crisis de imagen o de una situación controversial, porque son virales e incontrolables, pero también son canales muy útiles para «controlar la narrativa», para «adelantarse al relato» antes de que estallen las crisis o incluso después de que la controversia haya salido a la luz pública, como en el caso de Wally.
Artículo originalmente publicado el 28 de marzo de 2014, en www.comunicacionesintegradas.com.
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