Nadie afila cuchillo para su propia garganta. Así indica el dicho popular cuando se habla de que alguien personal o institucional proponga tomar medidas para poner el orden en algún renglón básicamente del compartir vecino.
Lo de Venezuela no es la diferencia, aunque ciertamente no es una dictadura tradicional que gobierna ese país, bien es cierto que el gobierno que dirige Caracas tiene ínfulas antidemocráticas predecibles a todas luces.
La negación de los derechos civiles y políticos no sólo se manifiesta en la forma de gobierno dictatorial de derecha o de izquierda, también en la llamada democracia representativa se niegan los derechos pero de una forma más light.
Eso pasa en Nicaragua donde el todopoderoso Daniel Ortega se hace modificar la Constitución para reelegirse cada vez que quiera utilizando el control absoluto que tiene sobre los órganos jurídicos de su país.
En Bolivia, Evo Morales perdió un Referéndum sobre su reelección y ahora pretende hacerlo de nuevo a ver si gana para poder quedarse en el poder una vez más, quien sabe qué hará para ver si impone sus criterios en la nueva apuesta electoral.
En Argentina Cristina Fernández trató de quedarse más allá de lo que decía la Constitución, no pudo pero hizo lo indecible por gobernar más de lo que establecía la ley.
Rafael Correa, presidente de Ecuador ha sido más pragmático y que no quiso optar por la reelección aunque está de acuerdo con el proceso, pero supongo que al ver la ola de anti populismo que hay en América Latina ha decidido quedarse en casa.
Con Nicolás Maduro y el grupo que gobierna en Venezuela pasa todo lo contrario, esta gente ha hundido ese país en el caos, reprime a la oposición y se cree que con discursos antiimperialistas la gente se alimenta.
El grupo que gobierna a Venezuela con el apoyo completo de la dictadura cubana no permite ningún tipo de manifestación en contra y utilizando los mecanismos de justicia que ellos controlan violan su propia Constitución “democrática” que enarbolan cada vez que pueden.
En ese sentido es que el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos ha invocado la Carta Democrática que debe aplicar la OEA para mantener las libertades en América Latina.
Ese documento fue aprobado en el 2001 en Perú como forma de limitar los golpes antidemocráticos en el Continente muy de moda dependiendo de la vocación de los Estados Unidos por los mismos.
Muchos gobiernos latinoamericanos por conveniencia unos y por necesidad otros no han querido que se aplique la Carta Democrática en Venezuela contra la pandilla que lidera Nicolás Maduro contra los venezolanos sólo para no afilar hachas contra sus propios cuellos, sin embargo se está dando un mal ejemplo que luego podría repercutir contra todos lo que en nombre de la no interferencia se oponen a que se lleve al orden a la dictadura light instalada en la patria de Bolívar.
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