Como película que hace honor al cine ‘palomitero’ y veraniego, Jurassic World tiene todo lo que necesita y un poco más: es ruidosa, rimbombante y lo suficientemente estúpida como para que nadie se la tome en serio.
¿Qué más se puede pedir de un film que introduce ¡Bravo! a un nuevo y gigantesco tipo de dinosaurio, tan inteligente que prefiere engullir a los humanos que encuentra a su paso, pero no así a otros animales de su misma especie? ¿Acaso esperaban algo más terrorífico y emocionante? ¡No puede ser!
La trama del film contiene demasiado drama, cursi y barato como tiene que ser, y una contínua perorata tan pueril como risible. Como consecuencia, a nadie importa la suerte de los personajes, ya sean estos devorados por dinosaurios o por un gigantesco dino monstruo marino, al parecer salido de la propia película Tiburón.
Naturalmente, la historieta tiene uno que otro giro para diferenciarla de Jurassic Park, en especial la creación del nuevo dinosaurio o el insípido y sin ‘química’ devaneo entre en los dos caracteres centrales. Pero en esencia lo que se plantea aquí es lo mismo de la versión original de 1993.
La única diferencia real es el hecho de que esta vez el parque, ahora llamado Jurassic World, ha estado funcionando por unos veinte años, y atrae a miles de turistas ávidos de emociones fuertes o como se recalca insinuantemente al principio ‘de algo mucho más grande, más ruidoso y con mucho más dientes’; mientras que en el primer capítulo dicho parque ni siquiera llegó a abrirse.
Y lo curioso es que después de haber transcurrido más de una década desde el día que se plasmó la primera frase de un guion escrito por comité, al final lo que nos ha llegado es un relato incoherente, necio y repleto de sub tramas.
Bryce Dallas Howard, como una fría, egoísta y esnobista administradora del parque y Chris Pratt, como un ‘diestro’ ex militar que habla con los dinosaurios, tienen los roles principales. El tiene carisma, pero esto sirve de poco en una trama con unos personajes acartonados y poco inspirados, o en su defecto, antipáticos y carentes de atracción. Por lo tanto, aquí no hay un solo personaje con el cual identificarse.
El guion es tan burdo y muchas situaciones festinadas y forzadas –la misma relación de Claire y Owen– que uno termina por aburrirse con aquella predecible carrera en círculo.
Para mayor infortunio, el film concluye con la misma frase lapidaria y pedestre como terminó la también mediocre San Andreas: “Y ahora, ¿qué es lo que sigue?”, dice ella, al tiempo que el Indominus Rex ‘bueno’ se acerca lentamente a la cámara para exhibirse, premonitorio en primer plano.
¡Pero por Dios! ¿Y esto es todo lo descarado que esta gente puede llegar a ser? ¿No podían agregarle un poquito más de insolencia y cinismo, please?
En Jurassic World la diversión es escasa, el film se torna excesivamente extenso y sus efectos visuales en realidad no cautivan. Para mayor desventura, el horror o lo que se supone es horror, carece de vigor, suspenso e intensidad dramática. Y si esto es el punto fuerte de la película entonces, ¿dónde nos quedamos?
De cualquier modo, si algo queda claro en Jurassic World es que la película no sólo busca el ‘homenaje’ mediante el calco y la referencia al film original del cual procede, sino que sobre todo la insistencia de dicha pleitesía y ostentación desborda sus contornos y aterriza entonces en la pura lisonja hacia Steven Spielberg, director de los dos primeros capítulos de la serie y ‘cerebro’ en general de la saga en su conjunto.
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