¿Quién dijo que los Minions, esos simpáticos y divertidos personajes que saltaron a la fama en 2010 como parte del elenco de ‘Despicable Me’, merecían tener su propia película? Quienquiera que haya sido, que recoja sus palabras y mejor piense antes de hablar.
¿Nadie expresó semejante tontería? Ah, ya me lo imaginaba. Esto es sólo otro intento más de Hollywood por exprimir hasta el hastío una idea original que una vez tuvo éxito y capturó el corazón de los niños.
Porque de eso es que se trata todo esto, ¿no? Minions es un subproducto que debe su existencia al actual estado de cosas de la sociedad. Y como tal, no tiene nada que ofrecer –ni a los pequeños, pero tampoco a los adultos – más que ser un vehículo de alucinación banal y deplorable.
Concebida para niños de cinco o siete años, la historia es una tontería absoluta. En ella, con una estructura episódica y repetitiva, la película va de una secuencia a la siguiente montando ‘gags’ que carecen de chispa e inspiración.
Nadie está pidiendo complejidad o algún sentido de agudeza en una película infantil, pero por favor, ¿no podría la historia de Minions mostrar siquiera un mínimo de consistencia, o al menos aunque fuera una pizca de hilaridad?
Lo mejor de la película reside en su extenso prologo o introducción. Allí nos enteramos de cómo estos diminutos personajes, desde los tiempos de las cavernas, cayeron en desgracia, y de su persistente búsqueda por encontrar a su maestro.
Lo que sigue después no despierta el menor interés, a pesar de que lo que define a los Minions es el tumulto, la conmoción y el caos. Por cierto, hay en la narración un acentuado sentido de humor negro que resulta un tanto contraproducente, tomando en cuenta el público al que está dirigida la película. Pero en fin, ¿eso qué importa? Los niños no saben lo que es humor negro, ¿cierto?
No niego que hay una sonrisa aquí y otra allá – los pequeños se reirán de todos modos, puesto que ellos adoran a estos personajes– aunque el truco de la música pop de los sesenta, por otro lado, tampoco funciona debido a que se siente forzada y fuera de lugar.
En conclusión, Minions es una precuela fallida, insípida y decepcionante; es sólo una anécdota convertida en largometraje, y los efectos visuales resultan tan comunes que en nada ayudan.
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