José Manuel Rodríguez es un hombre más del teatro que de la televisión, pero es a la pantalla chica que debe buena parte de su reconocimiento, gracias a La Diva, un personaje que no resiste medias tintas: o se ama o se odia.
Pero el teatro es lo suyo, es el arte que le abrió el camino para recibir en el 2011 su primer Premio Casandra como Mejor actor gracias a su trabajo en Mis tres suegras. Y ojalá que vengan otros Premios Soberano, porque es en estos escenarios donde recibimos lo mejor que puede darnos este talentoso actor.
El jueves de la semana pasada se estrenó en la sala Ravelo del Teatro Nacional Eduardo Brito su nueva propuesta: Relatos salvajemente cómicos, un experimento medio en serio medio en broma. Tuve la oportunidad de asistir a una función de preestreno –una especie de focus group referéndum, lo denominó José Manuel– y lo cierto es que estas representaciones no suelen ser las más idóneas para luego escribir una crítica, debido a las circunstancias en que estas se llevan cabo.
Y enfantizo en eso del experimento. La obra inicia con un intro muy bien llevado en el que participa La Diva –el personaje– en una amena conversación con Evelyna Rodríguez sobre los avatares de la farándula y los sinsabores propios de las redes sociales, Facebook en su caso. Preámbulo de un argumento en tres actos con personalidad propia, desvinculados totalmente el uno del otro.
Entre una cosa y la otra, está el sketch de la Chica Plástica que interpreta Violeta Ramírez y Ramcés Richardson, que bien pudo dejar fuera José Manuel para salud de sus Relatos salvajemente cómicos. Tampoco entendí mucho la parte en que intervienen «la feminista», donde tenemos a Violeta Ramírez debutando en el teatro, literalmente absorvida por Evelina, ya una veterana, con sus altas y sus bajas, pero con más experiencia al fin.
La parte más elaborada se siente en los segmentos «2 en 1», con Evelyna, Rancés y Josema –que en julio del 2014 presentó Don Juan Tenorio– y en «Cuando él era ella y ella era él». Pero al final, no hay un desarrollo uniforme de las historias, sino que cada una tiene personalidad propia, como decíamos. Una mezcla arriesgada, un sistema que dispersa todo en una apuesta con sus momentos divertidos, y esos destellos gracias a las actuaciones de José Manuel, eventualmente a Evelyna –estridente, en demasía– y parlamentos fugaces de Rancés. La obra continúa en escena en la sala Ravelo hasta el 14 de este mes.
Comentarios