Luego de 142 años de rendimiento, la única planta a carbón que aún estaba operativa en el Reino Unido cerró recientemente sus puertas. Ocurrió a media noche cuando un grupo de empleados de la eléctrica de carbón Ratcliffe-on-soar se reunión en la cafetería de la empresa para ver por streaming cómo se apagaban las unidades generadoras de la central de condado de Nottinghamshire, al norte de Inglaterra, y que proporcionó energía durante 57 años. Sí, era la última planta de carbón en activo lo que supone el fin de relación con ese combustible fósil, principal generador del dióxido de carbono (CO2) que sobrecalienta el planeta.
Esta noticia fue publicada en el periódico español La Vanguardia bajo un gran titular. Según narra esta información, con la clausura de esta planta se cerró un capítulo fundamental en la historia de una isla que protagonizó la Revolución Industrial, y que hizo del carbón su principal motor económico y hasta el factor definitorio de su personalidad. Según el reportaje sobre este acontecimiento, cita también que «poca gente sabe que la legendaria niebla londinense, que desapareció hace ya mucho tiempo, era más el resultado de la contaminación derivada de la incesante combustión que de las inclemencias meteorológicas».
La primera central que quemaba carbón para producir electricidad en el Reino Unido comenzó a operar en 1882. Y a principios de los noventa el 65% del consumo eléctrico del país se cubría con este tipo de tecnología. Otro ejemplo es España, que ha vivido un rápido proceso de desenganche similar al del Reino Unido y donde está tecnología apenas genera ya el 1% de la electricidad de todo el país, tiene entre sus planes el cierre total para el próximo año.
Un informe del grupo de expertos en energía y cambio climático Embes describe cinco factores clave que facilitaron este rápido desenganche en el Reino Unido: anunciar el fin del carbón para 2025 con una década de anticipación, poner precio al CO2, respaldar la energía eólica marina, reformar el mercado para fomentar las renovables e invertir en la red para permitir más desarrollo de las alternativas limpias. En ese sentido, «el cierre de Ratcliffe pone fin a una era. Los mineros pueden sentirse orgullosos de un trabajo que proporcionó energía al país 140 años, dijo Michael Sanks, secretario de Estado británico de Energía.
Ember por su parte dijo que la clausura de esta central forma parte de una tendencia global más amplia, que recalca que la generación de carbón de las naciones de la OCDE alcanzó su máximo en 2007. «Y ya se ha reducido a la mitad» desde entonces, señala Dave Jones, director de perspectivas globales de la organización. El carbón representa el 17% de la generación de la electricidad en los 38 países de la OCDE, frente al 36% en 2007.
Según describe el artículo en el periódico La Vanguardia, las preocupaciones de los expertos climáticos internacionales se centran ahora en algunos emergentes en los que el consumo de carbón sigue creciendo. El último balance sobre este combustible de la Agencia Internacional de la Energía apuntaba a que en 2023 la de demanda de este combustible caería de nuevo en casi todas las economías avanzadas, encabezadas por la UE y EEUU. Sin embargo, ese descenso se compensaría con los crecimientos previstos para China, India, Indonesia, Vietnam y Filipinas.
Todo esto sucede en Reino Unido y otros países. Mientras aquí en el patio nosotros en pleno siglo XXI el pasado gobierno apostó por una planta de carbón, como Punta Catalina, con un oscuro fondo de costo. Símbolo por derecho propio de esa legislatura. Esa es la diferencia cuando las grandes potencias finalizan el uso de estas plantas y nosotros usamos el carbón, a pesar de las advertencias climáticas.
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