Si el país favorece a Danilo Medina con la reelección presidencial –como en efecto ocurrirá salvo que sobrevenga un cataclismo social que no avizoro- lo peor que pudiera pasar es que todo siga siendo igual, bajo el imperio de las costumbres, sin variación de esquemas y con los mismos tomadores de decisiones haciendo lo mismo.
Ha de suponerse que el voto mayoritario a Medina sería un premio, una certificación de que sus ejecutorias –en el campo visible y comprobable (y no necesariamente en el trasfondo o detrás de escena) habrán sido generalmente aceptadas. Sin embargo, eso no significa que la gente desee más de lo mismo.
Es axiomático y empíricamente comprobado: nada se transforma haciendo lo mismo, sin tomar la otra ruta ni probando nuevos procesos. Más de lo mismo es sinónimo de estacamiento, involución irremediable e irritante desgaste.
Hasta la belleza cansa y sobre todo en política, que permite pasar del amor al odio y de la favorabilidad a la impugnación con notable rapidez. Siendo presidente por cuatro años más, Medina sabe que no enfrentará los mismos escenarios. Estoy seguro que el ciclo económico acarreará cambios, probablemente muy desafiantes.
No olvidemos que está pendiente una amplísima agenda de reformas –para que valga la pena seguir viviendo en este país- y especialmente un ajuste para desarraigar el déficit en términos reales y dar aire y holgura a las finanzas públicas, yuguladas casi hasta la asfixia en un país de baja presión tributaria en el que pocos pagan mucho y muchos casi nada. Y donde, además, se gasta mucho recaudando poco.
¿Qué supone este reto? Imaginación, creatividad, destreza, concentración en los temas acuciantes del país y no en los negocios personales desde los puestos públicos (una tentación latente cuando los mismos actores se prolongan más de la cuenta administrando el erario: caen en el aburrimiento, pierden la perspectiva y se creen dueños de la finca cedida temporalmente en administración).
Una vez escuché a Danilo decir que cuando los funcionarios se lanzan fervorosos a defender la reelección del presidente lo que buscan es su propia reelección con todas las secuelas que esto conlleva. La expresión hoy me inquieta y me hace pensar. El gran desafío de Medina será gobernar sobre un barril de pólvora sin que explote y sin desencantar al país al desactivar la bomba.
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