Rubén Blades describe de manera insuperable lo que yo siento como ciudadano en estos momentos, luego de una semana en la que la alarma social se reactivó para recordarnos que seguimos en la ruta de la degradación, construyendo paso a paso una sociedad de valores invertidos, cada vez más difícil de habitar.
Ante la violenta escena que envolvió alcalde de Santo Domingo Este, Juan de los Santos, con saldo de tres muertos, tres viudas, doce huérfanos y secuelas sicológicas individuales y colectivas, comparto mi espacio con las letras de una de las piezas creativas de Blades que lo dice todo:
“La sociedad se desintegra. Cada familia en pie de guerra. La corrupción y el desgobierno hacen de la ciudad un infierno. Gritos y acusaciones, mentiras y traiciones, hacen que la razón desaparezca. Nace la indiferencia, se anula la conciencia, y no hay ideal que no se desvanezca. Y todo el mundo jura que no entiende por que sus sueños hoy se vuelven mierda. Y me hablan del pasado en el presente, culpando a los demás por el problema de nuestra común hipocresía. El corazón se hace trinchera. Su lema es sálvese quien pueda Y así, la cara del amigo se funde en la del enemigo. Los medios de información aumentan la confusión, y la verdad es mentira y viceversa. Nuestra desilusión crea desesperación, y el ciclo se repite con más fuerza. Y perdida entre la cacofonía se ahoga la voluntad de un pueblo entero. Y entre el insulto y el Ave María, no distingo entre preso y carcelero, adentro de la hipocresía! Ya no hay izquierdas ni derechas, sólo hay excusas y pretextos. Una retórica maltrecha, para un planeta de ambidiextros. No hay unión familiar, ni justicia social, ni solidaridad con el vecino. De allí es que surge el mal, y el abuso oficial termina por cerrarnos el camino…”
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