22/11/2024
Cine

Un festival de película

En estos tiempos de poco tiempo, ir de jurado a un festival de cine es un arma de doble filo. Por segundo año consecutivo, ahí estamos religiosamente –día tras día, noche tras noche– en la décima edición del Festival Internacional de Fine Arts, viendo películas que nos llegan desde otros ámbitos, lejanas al Hollywood cotidiano que domina la cartelera todo el año.

Al lobby del Fine Arts de Caribbean Cinemas en Novo Centro llegamos todos mucho más temprano de la hora señalada. Jurados que juzgan no solo el cine, sino el acontecer social y político en tiempos de primarias, con opiniones que priman en esa tertulia previa a cada función.

Allí confabulamos con el asere Alfonso Quiñones, Jimmy Hungría, José Rafael Sossa, Violeta Lockhart, Félix Manuel Lora y el honorable presidente del jurado oficial, José D’Laura, santiaguero que literalmente se muda a Santo Domingo para consumir una sobredosis de celuloide que ya no es tal cosa. Joan Prats, crítico del Diario Libre y Humberto Almonte –junto a Evelyna Rodríguez miembros en esta ocasión de la sección Ópera Prima– suelen sumarse a los debates.

El festival abrió este año con la argentina La odisea de los giles, de Sebastián Borensztein, sin duda el filme más taquillero de la jornada, una comedia ligera con el toque que sabe aportar ese actor admirado y prolífico de Ricardo Darín. Pero hasta ahí nuestro juicio de valor sobre esta y todas las demás producciones que compiten en la Sección Oficial dada nuestra condición de jurado.

Este festival nos permite entrar en contacto otros directores, otros elencos, otros estilos, otros, otras visiones, otras industrias que existen y coexisten fugazmente cada vez que se estrena tímidamente una que otra película, precisamente, en este mismo Fine Arts de Caribbean Cinemas. En la cresta de esa ola anual nos llega de todo.

Las españolas 522. Un gato, un chino y mi padre (de Paco R. Baños), El mejor verano de mi vida (de Dani de la Orden); las francesas L’homme fidele (de Louis Garrel); las mexicanas Chicuarotes (de Gael García Bernal); las iraníes Cold Sweat (de Scheil Beiraghi); las argentinas, como la que ya mencionamos de la apertura y Delfín (de Gaspar Scheuer), Iniciales S.G. (de Rania Attieh y Danioel García), Los sonámbulos (de Paula Hernández); las cubanas Insumisas (de Fernando Peerez, Laura Cazador); las de Rumanía, Lemonade (de Ioana Uricaru); las colombianas Litigante (de Franco Lolli), Niña errante (de Rubén Mendoza); las chinas Long Day’s Journey into Night (de Bi Gan); las italianas Ricordi? (de Valerio Mieli); las guatemaltecas Temblores (de Jayro Bustamante) y hasta las egipcias, Yomeddine, de Abu Bakr Shawky.

Muchas de ellas retratan y recrean historias históricas. Temas sociales que por estos predios muchos desconocen, como es la represión a que son sometidas las mujeres en Irán, sufriendo los dolorosos efectos de un régimen impensable en la era moderna. De eso va Cold Sweat. 

La cartelera mueve a la reflexión. Trae de todo. Todos pueden revivir lo inimaginable, con estos dramas cinematográficos distribuidos en dos semanas de festival. Sección Oficial, Ópera Prima y Sección Informativa. D’Laura insiste que simultáneamente repartamos el tiempo, ir más allá del compromiso que impone el jurado, con aquellos títulos imperdibles, diseminados en otros renglones.

José Rafael Sosa hace sus selecciones, que suele denominar las imperdibles. El calificativo retumba en los oídos de Jimmy Hungría, que gracias a la magia del WhatsApp, nos permite agruparnos cuales honorables de los ámbitos legislativos, para legislar a favor del cine, este que desde el 2009 nos convoca la tropa de Caribbean Cinemas que lidera Zumaya Cordero.

Esto de ir al cine de jurado sigue siendo un arma de doble filo. Pero al final, cuando casi es tiempo de clausura a cargo de Who You Think I Am, nos asaltan los Temblores, y salimos como niños errantes, casi Sonámbulos, todo porque deberemos esperar todo un año para volver a otro festival de película.

Artículo escrito por Maximo Jimenez

Periodista, crítico de cine. Ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte (2011-2013), autor del libro «La gran Aventura de la bachata urbana» (2018).

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