Es incomprensible aún que ciertos gobiernos, políticos y líderes mundiales aún no certifiquen la realidad y validez del calentamiento global y el cambio climático, a pesar de las tantas advertencias, evidencias y realidades constatadas por científicos. Ese cacareado cambio climático es una realidad. De hecho, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) los impactos del calentamiento global ya son visibles en todos los continentes y en los océanos.
Ya estamos viviendo fuertes olas de calor, sequías, ciclones e inundaciones. Los grados de temperatura han aumentado seis grados más. Recordemos que ha habido años en el que se experimentó fenómenos meteorológicos extremos en regiones enteras, el tifón Haiyan que arrasó el centro de Filipinas, Oklahoma sufrió el mayor tornado jamás visto, nevadas sin precedentes en Israel, Jordania y Siria y por supuesto, la sequía que amenaza a todos los países del mundo. En ese sentido, hace unos años en Ginebra la organización meteorológica mundial alerta de que se acentúan los cambios climáticos extremos e insiste en que la influencia de la actividad humana sobre el clima explica algunos de los cambios que se están observando.
Pero ¿qué es exactamente el cambio climático? en el artículo uno de la Convención Marco de las Naciones Unidas, se entiende al cambio atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos comparables.
En el pasado con el surgimiento de la industrialización e intensivamente desde el fin de la segunda guerra mundial, con la expansión de la sociedad de consumo, la humanidad está «abrigando» a la Tierra más de lo necesario con el CO2 que emana de los innumerables procesos productivos que utilizan combustibles fósiles.
También ha contribuido a este fenómeno el cambio del uso de los suelos, especialmente la deforestación. El petróleo, gas natural y carbón fueron alguna vez animales y plantas que gracias a la presión de rocas, barro y arena por 300 millones de años se transformaron en combustibles fósiles. Hoy el 80% de la energía primaria del mundo proviene de ellos y su combustión es la fuente principal de dióxido de carbonos.
En la actualidad, existe una sobrepoblación mundial y la disminución de los cultivos que se prevé debido a los efectos del cambio climático, por citar algunos ejemplos: arroz, maíz y trigo, servirá para que aumente la pobreza, más escases de alimentos y millones de personas desesperadas por comer y por supuesto, sin olvidar la enorme sequía que nos arropa.
Pero no sólo enfrentaremos problemas en el cultivo de los principales alimentos, en una entrevista publicada en un diario español el jefe del Servicio de Enfermedades Tropicales del hospital Ramón y Cajal en Madrid, Rogelio López-Velez afirmó «que la mitad de la población mundial viven en sitios donde están establecidas las enfermedades transmitidas por insectos, dengue, malaria, chagas, chikungunya, fiebre amarilla, leishmania o filariasis representan el 20% de la pérdida de salud de los habitantes del planeta.
Y estas enfermedades han encontrado en la globalización, los viajes y el cambio climático poderosos aliados que hacen temer que se propaguen y lleguen (o vuelvan) a zonas hasta ahora libres». El gobierno dominicano nunca ha tocado este tema. En ciertos países se están adoptando políticas oportunas para enfrentar las consecuencias inminentes de un cambio climático que nos tocará convivir con sus efectos.
Desde que comenzamos a leer por diversos medios de comunicación sobre el cambio climático, ningún gobierno dominicano ha diseñado políticas medio ambientales para enfrentar esta situación. Este gobierno tomó prestado más de 600 millones de dólares para «enfrentar» el cambio climático, pero caramba, no es esto una tremenda exageración. Es que ¿no sabemos adecuarnos a una cierta cantidad de recursos y no pedir un préstamo tan excesivo para estos asuntos?
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