Tenemos códigos de justicia que llevan cientos de años sin modificar. La desidia y el desconocimiento hacen que los integrantes de nuestro Congreso Nacional no hayan tenido interés durante muchos años en reformar los códigos, penal, civil, procesal civil y hasta el procesal penal que, aunque relativamente nuevo se ha demostrado que ha servido para que los agentes que lo utilizan se aprovechen de sus debilidades para inhabilitarlo en la práctica diaria de los tribunales.
En el año 2003 cuando se hablaba de reformar el viejo Código Penal, inquisitorio como lo calificaban, viajé a la Escuela Nacional de la Judicatura en París, Francia acompañando al entonces Comisionado de la Reforma de Justicia, Enrique García quien junto a un grupo de juristas fue a entrenarse sobre la reforma que venía.
De esa época se habla del dicho código, ya aprobado el mismo entre otras cosas para vaciar las cárceles de presos preventivos, recuerdo a los teóricos de dicho cambio justificando su aprobación para que al final todo quedara igual, más presos preventivos, sistema judicial anquilosado, cárceles atiborradas de presos, y mil cosas más.
Los actores del sistema siempre buscan la vuelta para que las cosas no funcionen, no importa lo que sea, en el caso del Código Procesal Penal no es la diferencia.
El sistema carcelario que depende del Ministerio Público es otro ejemplo del desinterés en que esto funcione.
Las mafias enquistadas en las cárceles, el dinero millonario que se mueven dentro del esquema que impide algún tipo de reforma seria. Ya pudimos ver como en la gestión de Jean Alain Rodríguez tanto la Procuraduría General de la República como todo el sistema de justicia se fue al zafacón.
Escuché decir a Alfredo Pacheco que durante su gestión de van a aprobar los códigos pendientes que llevan casi 30 años en el Congreso. Ver para creer, porque ya digo entre cursos y encuentros en resorts se le podría ir el tiempo al presente legislativo en búsqueda de nada.
Con los resultados tan magros en el funcionamiento de la Policía Nacional cuya reforma es sólo de inversión de recursos, cárceles en decadencia y formando parte de un entramado corrupto de dinero, tribunales infuncionales cargados de intereses y un ministerio público disfuncional no se llega a ningún lado.
Cuestión de tiempo, porque este gobierno de Luis Abinader podría llevarse el lauro de modernizar el país en todos sus aspectos, pero la madeja que envuelve el funcionamiento de un Estado repleto de conspiraciones, donde sólo los ricos e influyentes intereses del poder y del dinero se interponen entre la vida de los pobres, hará que nunca se llegue a ningún lado.
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