En medio del confinamiento causado por la pandemia del COVID-19, a través de Tik-Tok se divulgaron ciertas músicas y su manera de bailar. Esta y otras redes sociales se convirtieron en una vitrina que permitió a la sociedad dominicana y a otras, visibilizar flujos identitarios que se han convertido en atractivo.
Entre ellos está la música y baile de la bachata, cuya popularidad ha puesto a brillar un estilo, nuevo para muchos, porque ha vivido escondido en la marginalidad como aquellos toques y cantos que lo han acompañado. A través del tiempo, música y baile han sido nombrado como «bachata de pueblo», «bachata de car wash» y otros apelativos –incluso denigrantes– que refieren al espacio social al que pertenecen.
En el presente, a ese estilo se le empieza a llamar «bachata de carrandales», en alusión a un establecimiento que ha adquirido gran popularidad, y que está en la mira de los amantes del baile, dentro y fuera del país. El nombre de aquel lugar es Disco Terraza El Grande, y está ubicado en el batey Bienvenido, en Manoguayabo, Santo Domingo Oeste.
Varias acepciones se pueden encontrar del término carrandal. Entre dominicanismos, hace referencia a un conjunto de chatarras. También se le llama así al sonido metálico que produce un vehículo en movimiento. Además, en todo el Caribe, este término se ha vinculado a la música, el baile en entornos sociales determinados. Carrandal alude a las fiestas.
Aquella forma de bailar tiene en Los Carrandales un espacio representativo, aunque no es el único. Allí se baila una bachata retro, la misma que, en medio de la discriminación ochentera, mostraba rebeldía en el tempo, pulso perfecto que los cuerpos codificaban lo que, con los años, dio como resultado una estética del movimiento.
Y en medio de la euforia, salen a relucir grabaciones musicales. Vienen de décadas atrás, de un submundo visto como una peste. Hoy son éxitos a destiempo que marcan tendencia, y sus intérpretes, son los ídolos del momento. Para muestras, los siguientes ejemplos.
Félix Cumbé – Fui fua
El primer exponente que llega a la memoria de este autor, y posiblemente a la de cualquier lector imbuido en este fenómeno, es Félix Cumbé, el haitiano que en medio de la llamada época dorada del merengue, se robó el corazón de la gente, el autor del tema que lleva su nombre, popularizado por Fernando Villalona, el mismo que vivió momentos de gloria con la orquesta de Aníbal Bravo. En los 90 inició su carrera de bachatero, pero su bachata no obedecía al mainstream de la época. Más bien era un sonido que se resistía a desaparecer, con vida en campos y bateyes.
Varias de sus interpretaciones son cantadas y bailadas por la generación actual. De todas destaca Fui fua, de 1998, impulsada por el auge de Tik Tok y que ha convertido a Félix Cumbé en el bachatero más popular del momento.
Luis Vargas – Esa mujer
Desde sus inicios, con altas y algunas bajas, Luis Vargas ha contado con la valoración del público fiel a la bachata y más allá. También, gracias a la magia de Tik Tok, Esa mujer llega desde 1990 a ocupar la primacía de los amantes del baile de la bachata.
Pertenece a una época en que este cantante y guitarrista anteponía sus merengues con letras vulgares, a cualquier temática. Quizás, por eso no tuvo el impacto que hoy ha generado.
Yoskar Sarante, reinando después de muerto
Aunque para 1996 se conocía su nombre de pila, en el argot bachatero era distinguido como El Pravú. Con ese pseudónimo, ese año se publicó su álbum Niña sedienta, en el que está incluido Amor a medio tiempo, de la autoría de Manuel Jiménez, un tema que le ha dado lauros póstumos a Yoskar y que, a pesar de cargar con el espíritu de antaño, emana frescura.
Juan Bautista, Rochy es la mejor
Tal vez desconociendo que Juan Bautista falleció, se escucha a los jóvenes pedir Rochy, un lamento acelerado que invita a bailar el dolor. Lo hacen con emoción. Cualquiera es bueno, según ellos, pero siente que Rochy es viva esencia del desenfado imperante.
Juan Bautista perteneció a la generación de intérpretes de la llamada música de amargue. Fue un One Hit Wonder que trascendió con Asesina (asesina sin matar), el cual desató amor y odio hacia él y hacia el tema mismo.
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