El empresario dominicano Saymon Díaz aguardó por Ricardo Arjona con paciencia tibetana durante nueve años. Como guepardo africano esperó el mejor momento para atacar a su presa que en ese lapso trotó como caballo de paso fino burlándose de la justicia divina y la terrenal. Todo comenzó en el 2009, cuando Díaz reclamaba al astro guatemalteco el pago de un adelanto –monto que en ese entonces oscilaba entre US$50 o 75 mil dólares– por concepto de un concierto que no se realizó.
Desde ese entonces, Saymon inició un seguimiento minucioso tras los pasos del celebrado –más no célebre– intérprete de «Señora de las 4 décadas». Hasta que llegó el sábado 10 de febrero, y el artista tras sus degustaciones de almejas, el plato que más le gusta del universo, salió a cantar a casa llena al Estadio Quisqueya de Santo Domingo.
El viernes pasado, Arjona ya andaba por Santo Domingo. No en Boca Chica, como infructuosamente quiso dejar saber en el video publicado en Instagram, sino en un hotel capitalino muy conocido por otro empresario del patio, que inmediatamente puso alerta a sus perseguidores. El domicilio itinerante del astro guatemalteco fue descifrado y hasta allí llegó un acto de alguacil notificándole sobre sus presuntas deudas no solo con Saymond Díaz, sino también con el magnate del espectáculo de Nueva York, Félix Cabrera.
Notificación en manos, Arjona conocía los riesgos de salir a cantar al Estadio Quisqueya. Pero todo pudo transcurrir sin contratiempos, gracias a que Díaz es un entrañable amigo de uno de los empresarios que esta vez trajeron al artista al país, y ninguna acción se llevaría a cabo hasta tanto se terminara el concierto. Esta vez, «entre los bomberos no se pisaron la manguera», algo poco común entre los empresarios artísticos no solo de República Dominicano sino del mundo.
Despidiéndose del público que asistió a su cacareado concierto, mientras bajaba las escaleras del escenario, Arjona se vio virtualmente rodeado por policías portando armas largas –larguísimas, al parecer, dada la reacción de su seguridad– y cual si fuera un mandatario en campaña envuelto en un incidente entre cientos de fanáticos, se lo llevaron rápido y veloz hasta la yipeta que aguardaba para trasladarlo hasta el hotel.
Cuenta un técnico, que habló con PhotoNews bajo la condición de reserva de su nombre, que Arjona «pasó el susto de su vida», tras verse rodeado por los policías que en primera instancia transmitieron la sensación de que atentarían con su vida. Asustado, con cara de víctima indefensa que tiene un encuentro cercano de tercer tipo con un guepardo africano, el artista miraba en los alrededores esperando el movimiento de las «tropas» judiciales enviadas por la Fiscalía.
Los policías no solo llegaron hasta las instalaciones del estadio armados con pistolas, sino también cargaban unas herramientas muy efectivas con las que cortaron todos los candados de los furgones con los equipos y la escenografía de «Circo soledad», su exitosa (y también conflictiva) gira que lo lleva por importantísimos escenarios de América Latina.
Los agentes rompieron candados y colocaron otros suministrados por las autoridades. Y allí, a la puerta de cada furgón, se instaló un policía para resguardar el apetecido botín del «show business» que representa un gran negocio para Saymon y Félix. Un testigo que merodeaba la escena, escuchó a Saymon en una conversación telefónica con Félix Cabrera: «Ven y llévate las pantallas». Suena a leyenda urbana, pero quienes conocen al aguerrido empresario en litis con Arjona creería sin chistar sobre su reacción.
Se dice que Arjona alzó vuelo esa misma noche rumbo a Cap Cana, quién sabe el domicilio exacto. No se conoce de su paradero, cuando a 48 horas se espera que su «Circo soledad» debe aterrizar en la Isla del Encanto, Puerto Rico, donde se le espera con impaciencia. Impacientes están los empresarios y promotores que organizan su concierto allí.
El «Circo soledad» de Ricardo Arjona, un artista con fama de «conflictivo», «egocéntrico» e «intratable» (en toda su carrera ha tenido 19 mánagers), viene arrastrando episodios negativos tras su paso por América Latina. El astro de Guatemala, que esquivó con elegancia durante nueve años la persecución de Saymon Díaz, al parecer está acorralado por dos empresarios con el dinero suficiente que le permitieron esperar el momento preciso para propinarle un golpe de gracia.
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