El contrato que a los mediados de los 60 firmó Johnny Ventura con el entonces pujante sello discográfico Kubaney, de Mateo San Martín, supuso una mayor proyección internacional, pero al mismo tiempo imponía cumplir con la desafiante cuota de entregar tres longs play por año. «Era muy difícil cumplir con un compromiso de esa índiole sin cimpositores… Los buenos letristas del país, en su gran mayoría, no permitían que sus nombres aparecieran al lado del merengue», escribió el célebre artista en su autobiografía Un poco de mí (1998).
El mamito, probablemente el quinto LP que editó con Kubaney, permite entender que esa falta de compositores para alimentar el universo merenguero, que Johnny se lanzara al ruedo en el oficio y desde entonces, asumiera una mayor participación en esta fase de la producción. Con el guaguancó como base rítmica, escribe Saludo a panamá y Los astronautas, en el que colabora su jefe y disquero, Mateo San Martín.
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Johnny sube un peldaño en sus experimentaciones instrumentales: sigue apelando al recurso con el Bossa nova, ahora también como compositor. El artista recuerda en su biografía que «en principio me vi forzado a recurrir a los merengues conocidos» –las versiones de varios clásicos predominan en sus primeros álbumes– pero opta una y otra vez con retomar canciones propias que aparecen en numerosas producicones. En El mamito toca el turno a su hit La muerte de Martín, ahora en voz de Luisito Martí, probablemente la más conocida de todas.
El guaguancó predomina en esta producción. Con estos aires se incluyen El mamito, que es autoría del legendario Tite Curet Alonso, el Sabor que interpreta Luis Sánchez, –que en su voz se escucha Saludo a Panamá–, Con la lengua afuera y Los astronautas. De esos «amigos intelectuales» a los que hace referencia Ventura que le permitieron utilizar sus canciones y, además aprobaban que sus nombres aparecieran en los créditos, está el bolero Mi eterna primavera, del reconocido compositor Manuel Troncoso.
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La canción más popular de este repertorio lo aporta su gran amigo, Joseíto Mateo, Ritmo merembé, que junto a La muerte de Martín y Por culpa de ella (autoría de Luis Martínez) conforman la trilogía merenguera de este long play que, de este período, se circunscribe entre los más inclinados a los ritmos afroantillanos. En esta edición no se establecen en los créditos el autor de Guajira con soul, que completa el ciclo con una apreciable referencia jazzística: reverencia para los solos de trompeta de Pruddy Ferdinand, «talentoso instrumentista que llegó a ser una de las columnas verticales del Combo Show». Así lo acredita el propio artista.
El mamito conserva la vitalidad que desde siempre mostró Johnny Ventura como intérprete, gracias a esa otra «ligera ventaja» que tuvo a su favor: «mi tesitura vocal, que era y posiblemente siga siendo la más grave entre todos los que cultivamos el género», escribió refiriéndose al merengue. Pero lo suyo no solo fue el merengue, sino la Música con mayúscula.
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