La oscuridad es el espacio en que los objetos existentes son difíciles de distinguir, en sus diferentes características. Por tanto, para que esto sea posible es necesario que se enciendan luces, que reflejadas en estos, permitan apreciar con la claridad proporcionada la realidad de los elementos colocado en esos espacios.
De nada vale gritar las maldades de la ausencia de luces, sin encender la suya.
Es el escenario que nos envuelve, cuando pretendemos ser buenos a costa de lo malo, que son los demás. Dedicar tanto tiempo a magnificar lo malo, evita que alcance para la apreciación de lo bueno, de los demás, ni para mostrar las bondades propias.
No es posible ocultar, desvirtuar o callar, los avances alcanzados por la República Dominicana en los últimos años. Los sectores de la economía, salud, infraestructura, gasto social, educación, legislación; han registrado un significativo desarrollo. Negar esa realidad, induce a la comisión de un error.
Digno es reconocer que falta un amplio trecho por recorrer en el aspecto de la seguridad y el reacomodamiento de la venda que asegura la ceguera de la justicia. Hacer énfasis, en fortalecer nuestro marco jurídico, para evitar que las curvas, que se dan en este, aseguren algunas impunidades.
Fuera de esto, negar el desarrollo experimentado es incurrir en una mentira. Sumergirse en el error de proponer conquistar para el pueblo lo que ya le ha sido dado. Es engañarse y conducir a la población que le sigue a vivir en el engaño.
Cuando esto ocurre, se pierde el respeto de los amigos y de los enemigos aún y cuando sigan coexistiendo.
La vida material y espiritual de la República Dominicana se ha superado de manera extraordinaria en los últimos 30 años. El tope de ese progreso le ha correspondido a las administraciones del Estado por parte del PLD.
Eso ya es parte de la historia y nadie puede avanzar de espalda a esta.
El orden democrático, que nos hemos dado, justifica la existencia de un partido político, en la administración del Estado y que pueda ser sustituido, por otro, en los eventos destinados para estos fines. Con la expresa misión de propiciar la continuación de su desarrollo.
Para que esto sea posible, se estableció el principio de “continuidad en la ejecución del accionar administrativo del aparato estatal”.
Este principio nos protege del estancamiento o el retroceso, que se generaría, en el desarrollo del Estado, al no ser reconocidos los logros, de una administración que culmina.
La sucesión entre partidos, para la administración, de este organismo, que nos representa a todos, no se conquista en las calles. Eso lo creímos y utilizamos, en los años 60 y 70, como último recurso, cuando no teníamos el conjunto de libertades, con que contamos hoy.
Lo justo, prudente y aconsejable es reconocer el progreso de hoy y proyectar, la capacidad de la oposición para la superación de este. Solucionando los “pero”, que puedan tener las últimas administraciones del Estado.
Eso se logra con el debate de ideas y fortaleciendo de las propuestas electorales, de que se disponga. Los llamados más próximos, que concede nuestro orden democrático, nos convocan para el 2020, 2024, 2028, 2032, 2036, 2040, 2044.
Si el ordenamiento democrático no cambia o la oposición hace los ajustes necesarios, debe prepararse para contar cuatrienios, fuera del poder del Estado. El tiempo de intentar provocar cambios en el poder del Estado en República Dominicana, con protestas en las calles fue agotado.
Si no es posible hacer esos cambios, entonces se tendrá que concluir que la administración ha sido lo suficientemente buena; que reduce las posibilidades de ser superada o que la oposición es tan mala, que no lo puede intentar por métodos lícitos.
Es duro, pero es la realidad. No es posible levantar una propuesta de gobierno creíble, apegada a la realidad, sin contar con el análisis de los logros de los gobiernos del PLD, en la República Dominicana a partir 1996, como principal referente.
El muy citado sabio chino, Confucio, dice en una sus tantas frases célebres: “Amar y reconocer los defectos de aquellos que se aman; reconocer las cualidades de aquellos que se odian, son dos cosas bastante raras bajo el cielo”.
Ese desarrollo espiritual, que señalamos anteriormente, experimentado por el pueblo dominicano le faculta, para diferenciar, un poco mejor que antes, la verdad, de la mentira, aunque muchos se apeguen a la mentira pero sabiendo que lo es.
En esa relación, de falsedades, los individuos, se mantienen al lado del líder, por conveniencias personales, sabiendo que el enfoque es incierto.
No mucho tiempo pasará, para que estas mentiras, se conviertan en un arma, en contra del líder que las profesa; en manos de sus contrarios, seguidores y del mismo círculo inmediato que no le alerto sobre el peligro de ellas.
Es un difícil dilema, el que tendrá que encarar la oposición, de hoy en la República Dominicana, al intentar explicar la realidad económica y social, en que vivimos, sin tocar los temas socioeconómicos de la historia reciente.
Su apuesta a la oscuridad de la administración del Estado por parte del PLD les deja sin tiempo, para estructurar y presentar sus propias luces.
Su afán de denuncias y reclamos, más que dañar a la gestión del PLD, en el gobierno, les brindan un confortable espacio, para la corrección de falta de luminosidad, en algunas áreas.
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