(Uno)
Las listas sobre las mejores películas –o aquellas que debemos ver antes de morir– suelen ser odiosas, reiterativas, coincidentes, endemoniadamente mortificantes y, en la mayoría de los casos, (in)creíbles.
No importa de dónde provengan, con sus fallas y virtudes, que siempre las tienen, también suelen ser fascinantes. El séptimo arte, como todos los demás, es un arte subjetivo: lo que para usted es hermoso, para el otro puede no serlo y viceversa. Una buena película, una producción interesante e imperdible, es fácilmente despreciada por los demás. Y así las cosas, así van las listas.
Por lo general, las listas que nos invaden los sentidos van del 1 al 100, pero hay otras un poco más atrevidas, pomposas y arriesgadas, como la del libro 1001 Películas que hay que ver antes de morir (1001 Movies You Must See Before You Die). El libro me cayó en las manos como maná del cielo, y ha sido una delicia su consulta, que es su principal atributo, pero también su lectura. Es la edición actualizada del 2014 coordinado por Steven Jay Schneider.
Su contenido, su selección, sin duda, nos guiará por las teorías de un sinnúmero de artículos que nos servirán para ilustrarnos un poco sobre la historia del séptimo arte. Sobre esta historia que recoge 1001 filmes que van desde el drama a la comedia, desde la ficción a la aventura, desde la aventura a la acción.
Y si bien repasa casi todos los géneros habidos y por inventarse, recoge realizaciones desde el 1900 cuando el cine estaba aún en pañales y –afortunadamente– llega hasta nuestros días. Afortunadamente, porque muchas de las primeras referencias del cine no hay manera de cómo verlas, o nunca las hemos visto o nunca las llegaremos a ver, pero, indefectiblemente, aparecen en casi todas las recopilaciones de este tipo.
Quizás con un poco de suerte y muchísima paciencia, algunas podrían aparecer en las profundidades del Internet. Una y otra vez escuchamos títulos como Viaje a la Luna, de Georges Mélies (1902); Asalto y robo de un tren, de Edwin S. Porter (1903), la célebre El nacimiento de una nación, de D.W. Griffith (1915) o Los vampiros, de Louis Feuillade, también de ese mismo año.
A lo mejor recuerdan Intolerancia (1916), de Griffith; El gabinete del doctor Caligari (1919), de Robert Wiene; La carreta fantasma (1921), de Victor Sjöström; El doctor Mabuse (1922), de Fritz Lang o Nosferatu el vampiro (1922), de F.W. Murnau.
Uno pasa y repasas todas estas recopilaciones y se da cuenta que muchas de estas producciones no las hemos visto, ya sea porque no existen copias de ellas o porque no se programan en Cinemateca alguna, o porque ya a nadie les interesan. Y la decepción y el desencanto vuelve y nos invaden el entusiasmo.
De todas formas, 1001 Películas es un libro interesantísimo, que incluye comentarios de un significativo grupo de críticos, historiadores y estudiosos del cine. Ya con eso vamos ganando. «Cada obra dispone de una documentada reseña que pone la película en su contexto, valora su contribución a la historia del cine y ofrece toda la información relativa a su argumento, intérpretes y características».
Ian Haydn, editor de esta edición revisada que se publicó para el décimo aniversario de esta iniciativa editorial, deja claro que la selección «nunca fue concebida como una colección de las mejores películas, aunque un simple vistazo demuestra que la mayoría de títulos recogidos en el Top 250 del Sight and Sound, y en el Top 100 de los directores, están presentes en estas páginas.
El libro recoge, definitivamente, obras maestras del cine, clásicos inolvidables, referencias obligatorias para todo curioso de este arte, para críticos o amantes que disfruta ver películas. Entre sus 1001 referencias, ya hemos visto –muchas de ellas en repetidas ocasiones– una cantidad considerable, y otras de sus apuestas no volveríamos a verlas NUNCA de los jamases. Volveremos sobre el tema.
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